Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 30 de mayo de 2020

Cacharros



Se ha pasado mayo en penumbra.
Nos ha dejado una muesca más en la edad y empezamos a ser como los oficios viejos. 

viernes, 29 de mayo de 2020

Conversaciones



No sé muy bien lo que se están diciendo estos personajes. Lo probable es que hablen de las circunstancias tan inverosímiles que vivimos o de lo que todavía nos tocará vivir. O quizá descongelan recuerdos como quien trae al mundo nuevos pobladores. Se conocen desde hace tiempo y nada humano les es ajeno. Y aunque parezcan jugadores de ajedrez en la distancia, ellos, en realidad están colocando pieza a pieza y con su conversación una pared común y futura de convivencia.

De todo lo experimentado en los últimos tiempos, tal vez el ahogo de la soledad en las ventanas sea lo que, muchos de los que no nos hemos tenido que enfrentar a la enfermedad cara a cara, hayamos llevado peor. Ese paisaje mudo lleno de pájaros por el que no pasaba nadie.

Pero también, de todo lo experimentado, lo mejor ha tenido que ver con todos aquellos que, de un modo u otro, te han regalado su tiempo, para curarse y para curar de lo inaudito.
Los que te regalaron aves en los tejados y portadas de libros personalizadas, los que te dieron calor desde un abandono aún más oscuro que el tuyo, los que te dieron su risa, los que derrocharon generosidad en tiempos de mala sangre, los que esperaban con ahínco a los miércoles y a los domingos. Los que estaban y los que se esperaban, los que mostraron coraje cuando era necesario. Los que estaban lejos y los que llegaron con su voz a acariciarte, aunque fuera durante un momento, el corazón.
Los que, en definitiva, sostienes y te sostienen. 
Ellos. Simplemente.   

jueves, 28 de mayo de 2020

Basura y miserias



Por si no fueran pocas las penurias y miserias que la gente que vive en este país ha tenido (y tiene) que soportar durante el tiempo de epidemia, aún le queda padecer a una clase política que, lejos de ayudar, se permite el chamarileo cada día de la forma más mezquina y despreciable.
No digo yo que el gobierno tenga todas las respuestas, además de una varita mágica, para resolver una catástrofe de las dimensiones que estamos viviendo; y probablemente esté teniendo actuaciones que merezcan más de una crítica en el entorno de la normal labor política, pero los extremos a los que se están llegando por parte de unos y de otros son de una abyección rayana en lo criminal. Ese "totum revolutum" infame en el que se puede mezclar sin sonrojo alguno el terrorismo, los intereses nacionalistas, regionalistas, localistas, el golpe de estado de 1981, el odio al feminismo, las egoístas e irreflexivas pendencias por destacar sobre las demás autonomías en carreras suicidas,  las menciones arbitrarias a un lejano país como Venezuela, las llamadas a gobiernos de concentración, gobiernos de notables y golpes de estado encubiertos, la demonización (de nuevo) de un comunismo que, nos guste o nos pese, ayudó a salir de una dictadura a la que a muchos, por lo que se ve, les gustaría volver. Todo eso a discreción, sin discriminación y sin propuestas alternativas está convirtiendo una situación extremadamente dolorosa en una papilla imposible de digerir cuando más jodidos estamos.
Hablar en estos momentos de altura de miras y de solidaridad es algo irreal y completamente gratuito en un país convertido en una bandería de hipócritas y canallas.
En ausencia de más inteligencia pueden ustedes metérselo donde les quepa.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Esto va de telas de araña



Indudablemente esto va de insectos (que somos nosotros) y de telas de araña, que es donde nos enredamos. La araña, por su parte, es ese gendarme que algunos llevan dentro y que vigila desde atalayas más o menos disimuladas a que todos, en un momento o en otro, vayamos cayendo en falta, en pecado o en indiscreción.
Algunos observamos las normas con cuidado y delicadeza; otros volamos alborozados sin freno y sin mirar hacia las trampas que nos depara nuestro tonto devenir, como si estuviéramos de  regocijo y celebración. Pero lo cierto es que la mayoría, en este juego sin cuartel, cuanto más nos ponemos la mascarilla más nos quitamos la careta y así, no lo duden, todas las vergüenzas se nos ven.
Da igual, somos insectos. Abejas, mariquitas, abejorros y mariposas, merienda de las arañas. ¿Y las arañas? ¡Ay, las arañas!. Lo probable es que caigan también en los picos de los gorriones. Y los gorriones,  a su vez, víctimas de los cazadores, que probablemente como el virus competente que son, en alguna de sus algaradas, de esas con fanfarrias y gallardetes, pongan su torpe pie en la entrada del termitero. O quien sabe si al alcance del diente de la víbora. 
Por si acaso, y para que el desastre nos encuentre con los deberes adelantados, entonemos al unísono y con entusiasmo el jubiloso cántico de la extinción. 
Benditos dinosaurios, ellos que aceptaron sin rechistar su fósil acomodo y no tuvieron que soportar tamaña escasez de inteligencia.   

martes, 26 de mayo de 2020

El río


Es curioso que estemos atravesados por el mismo río, contagiados por la misma fiebre que las aves, inoculados por el mismo mal de los horizontes. Después de muchos años viajando juntos, el gorrión pálido nos ha hecho una jugarreta en este veinte veinte. Aparcamos por ahora la mochila, descansan los prismáticos y las maletas repletas de toronjas. El destrozado puente sobre el Éufrates se hermana por un rato con la senda del Pas.
Los alces se adentran en el bosque.
Abajo los pasaportes. El año que viene, si la diosa fortuna se muestra magnánima, volverán las oscuras golondrinas en los vagones sus alas a posar.

lunes, 25 de mayo de 2020

Aquí comienza la mar

                           Fotografía: Guillermo Rebollar.



Aquí comienza la mar
donde termina el bauprés 
la mejor de nuestras singladuras
bitácora de nuestras derrotas 

domingo, 24 de mayo de 2020

Chaparrón


Chaparrón: Lluvia impetuosa y repentina que dura solo unos minutos.


Pues eso. Que el chaparrón
apenas moja la tierra 
pero deja infinidad de gotas de lluvia
 enredadas en la hierba.  

Y joden cuando te mojan los bajos.
(una molestia)
Como los fascistas en pandemia.

Luego te secas con la brisa limpia
que a ellos se lleva.

Y a otra cosa

(mariposa)


sábado, 23 de mayo de 2020

Los viajes que haremos.


La creación del mundo (Miguel Torga). Tren nocturno a Lisboa (Pascal Mercier). Huracán en Jamaica (Richard Hughes). Voces de Chernobil (Svetlana Alexievich). Atlas de la España Imaginaria (Julio Llamazares). Historia del cerco de Lisboa (José Saramago). Verano en English Creek  (Ivan Doig). Últimas noticias del Sur (Luis Sepúlveda - Daniel Mordzinski). Días de ocio en la Patagonia (William H. Hudson). El cielo de Lima (Juan Gómez Bárcena). Inventario secreto de La Habana (Abilio Estévez). Cuentos del Lejano Oeste (Luciano G. Egido). Los paraísos ciegos (Duong Thu Huong). En Nadar-Dos-Pájaros (Flann O'Brien). Lusitania (Almeida Faria). Cuentos del reino secreto (José María Merino). Cuentos de Galitzia (Andrzej Stasiuk). Ciudades (Stefan Hertmans). Contrapunteo cubano del tabaco y el azucar (Fernando Ortiz). Diario Irlandés (Heinrich Böll). Viajes con Herodoto (Ryszard Kapuscinski). Los mares del sur (Manuel Vázquez Montalbán). El pasaporte (Azouz Begag). 

       La gran marcha (E. L. Doctorow). 
                                                              
                     La región más transparente (Carlos Fuentes).  

                                              Nostalgia (Mircea Cartarescu).           
                                                                            
                                                             Regreso a la Isla del Tesoro (Andrew Motion).
    
                                                                             Adiós muchachos (Sergio Ramírez).

viernes, 22 de mayo de 2020

Desayuno en la hierba


Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello // que en mi juventud me deslumbraba.//
Aunque nada pueda devolver // la hora del esplendor en la hierba, // de la gloria en las flores, // no debemos afligirnos // porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

                                                                                         William Wordsworth. 

En realidad somos más jóvenes que Manet y su "Le Déjeuner sur l'Herbe". Y también más jóvenes que el poeta William Wordsworth. Y ni siquiera estamos desayunando en un día de fiesta. Apenas una charla y una cerveza a la atardecida tras dos meses de soledad y extrañamiento.
Nos conocimos hace casi treinta años militando y por esos sorprendentes quiebros de la vida pasamos del paliacate zapatista y las inquietudes cubanas al estupor del barbijo sobre el rostro.
El tiempo probablemente nos ha herido pero, tras las magulladuras, mi mirada ve el coraje, la ilusión, los rostros jóvenes de entonces. 
Vuelvo la memoria hacia atrás, calculo la edad que teníamos  y con las cuentas, hoy, tanto tiempo después, al vernos juntos sobre la hierba, me sale sin duda lo mejor de la ecuación.

jueves, 21 de mayo de 2020

Lo normal


¿Quién puede dictaminar lo que es normal para los demás? Lo normal procede de los hábitos, de lo que es cotidiano, de lo que se hace, se piensa o se formula cada día, o en plazos relativamente cortos de tiempo. 
Lo que es normal para mí no tiene por qué serlo para otros. O sí. Es muy difícil distinguirse hoy en día en un mundo cada vez más uniforme.
Pero puede ser.
En los últimos días me he tomado un café al sol, he comprado un libro, he paseado por la orilla del mar, he charlado con los amigos...
Y eso es hoy, al menos para el que escribe, la insólita normalidad. 

miércoles, 20 de mayo de 2020

Banderas, banderolas y gallardetes


La verdad es que nunca me dijo nada y siempre me pareció aburrida, una triunfante simpleza de colores contra la que perdieron los buenos. 
De crío me dijeron que el rojo era la sangre y el amarillo era el símbolo del oro. Con los años supe que era sangre, sí, la de tantos como mataron y el oro era todo el que se robaron. Así que ninguna emoción me había de producir el trapo. Ni siquiera cuando flameaba radiante al ganar a Malta por 12 a 1. Y, por si fuera poco, la final del mundial tan alabado me pilló en un lugar llamado Yerevan frente a un plato de cangrejos. Y libré esa vez de comprobar cuan histérica se pone la gente en ocasiones por una tontería.
Qué le vamos a hacer, no vean en mí a un patriota de los suyos. ¿Cómo podría protegerme de la lluvia bajo el mismo paraguas que ustedes?
Una joven, a la que aprecio bien y a la que llevo muchos años escribiendo postales desde cualquier rincón del mundo, me hizo recordar ayer que, en realidad, la única patria a la que nos debemos son los amigos. Y ustedes, los que la lucen con fervor guerrero contra mí, no lo son. Ni más ni menos. 
Así que, si de banderas hablamos, quédense con la suya y que aproveche. Que a mí el mero estandarte que me hace hincar la rodilla es la blusa de mi chica, si la pone a ondear "al vent", cuando hay suerte y se la quita. 

martes, 19 de mayo de 2020

Endurance


Durante este tiempo de confinamiento he cumplido con un libro que me debía. Por fin he leído "Atrapados en el hielo", la narración del viaje de Shackleton y su grupo a los confines del Polo Sur en medio de la Primera Guerra Mundial. El libro me rondaba y me rondaba. No solo porque ocupara durante mucho tiempo sueños, pensamientos y conversaciones de mi compañera hace unos años, sino también porque me hice la promesa de leerlo cuando estuve frente a la portilla de la casa que habitó el explorador irlandés en Punta Arenas (Chile). Desde allí regresó en busca de sus compañeros confinados durante meses en Isla Elefante.
El famoso viaje de Shackleton fue un cúmulo de desdichas que no consiguió ninguno de los objetivos para los que se emprendió. Sin embargo se trata de uno de los ejemplos definitivos de la épica humana. Aquello sí que fue, en rigor, un confinamiento.
El nombre del barco que los transportó hasta los hielos, Endurance (Resistencia), es, a la vista del desenlace, el máximo exponente de la confluencia entre la realidad, la quimera y la poesía.
Debe ser que ahora, al juntarse las tres constelaciones, era la ocasión propicia.
     

lunes, 18 de mayo de 2020

Tiempo muerto



Somos el tiempo muerto
de aquellos que nos van faltando,
somos los días que no han vivido,
la niebla que los envuelve,
el pájaro que planea 
sobre la superficie del agua,
 las ondas silenciosas
que se expanden
con su leve roce
 y hacen temblar el mundo. 

domingo, 17 de mayo de 2020

Pensar en las musarañas



Me siento en el banco del jardín
 a pensar en las cosas pequeñas.
Pero también en el estupor que nos causan
las travesuras del destino infiel
cuando nos mueven la silla por sorpresa,
cuando nos vemos obligados a abandonar la idea estúpida
 de que alguna vez fuimos  los reyes del orbe
y los dueños de la Historia.
Hace una tarde hermosa y las abejas rondan las flores del limonero.
De vez en cuando animan el aire las idas y venidas de los gorriones
y  el suave aleteo de las urracas cuando van a saciar la sed
a la cisterna cercana de mis vecinos.  
Un niño alegra con sus risas el camino
que pasa al lado de mi reposo.
Y yo, por un rato, juego a ser ese niño. Y me río para adentro
con mis alegrías de antaño.
Y entonces bailan mariposas frente a mí
y una musaraña, pequeña como un recuerdo,
hace su nido en mi mano.

sábado, 16 de mayo de 2020

El abrazo


Fue todo un símbolo de la urgencia de libertad y de la necesidad de amnistía que tenía este país. Circuló en carteles y panfletos como un advenimiento de la alegría y el aviso de que estaban cambiando los tiempos. Adornó paredes de pisos, apartamentos, despachos y talleres, de secciones sindicales y de partidos políticos. Y por último se hizo piedra en la Calle Atocha de Madrid para homenajear a los abogados de Comisiones Obreras, víctimas de la extrema derecha en 1977.   
Que Juan Genovés, autor de "El abrazo", nos haya dejado parece una ironía. Al menos en estos días de excepción en que los abrazos han pasado (temporal o definitivamente, quién lo sabe) a la clandestinidad.   

viernes, 15 de mayo de 2020

De cacerolas y palos de golf

                                             
No llevo la cuenta de las veces que me ha llegado en los últimos días la imagen de un fascista con cacerola y banderita atada al cuello del mismo modo que los pijos se atan el jersey del cocodrilo. Es muy divertido hacer gracias y reírse del facha. Ya lo hacíamos hace años con Martínez y su troupe. Era una forma de quitarles el hierro mientras advertíamos que estaban de capa caída. Pero eran otros tiempos.
Ahora, al menos a mi, ya no me hacen gracia y me los tomo muy en serio. Ahora que las redes sociales te fabrican un icono en menos tiempo que un facha te canta el caralsol ya no me hacen gracia.  Si deportistas afamados claman por gobiernos de concentración o de notables (golpe de estado al fin y al cabo), con la insulsa categoría que permite un revés de su raqueta o la velocidad de su bólido de niño rico. Si una imbécil de manual llama a la insurrección y le responden los niñatos de los barrios pijos, saltándose algo tan serio como la catástrofe que estamos viviendo, para golpear farolas con palos de golf, entonces no se trata de Borjamaris. No nos confundamos. Son lisa y llanamente fascistas. Los que nos jodieron la vida durante cuarenta años. 

jueves, 14 de mayo de 2020

Anomalía


Debe ser que los astros se juntaron de un tiempo a esta parte de una manera absurda. Debe ser que tengo la cabeza en otro sitio y ando descabezado. Debe ser que mi brújula vital se mueve algo desnortada o que confundo los signos con estrellas y estoy, por tanto, en trance de estrellarme. O simplemente es que, con la alarma, estoy alarmado. Va a ser eso.
El caso es que no leo, no leo (aquí mismo va un crujir de dientes y un mesarse los cabellos) con la alegría de otras épocas. Estoy convencido de que se trata de una anomalía. Con todo el tiempo que tengo aquí encerrado, pardiez.

De lo poco leído y aprovechado en estas jornadas de confinamiento está este "Niño Anómalo". Una maravilla, podría decir, si  no fuera por lo que hay detrás, por lo que narra el autor con cierto coraje, con mucho dolor y con ese desdoblamiento característico de aquellos que necesitan alejarse unos pasos y ver su vida con la distancia necesaria para no hincar la rodilla.

"Niño anómalo" recuerda por el tema a la película "Kamchatka". Ambas historias reflejan la mirada desconcertada de los niños de la clandestinidad durante la dictadura en Argentina y, en su lectura, podría haber subrayado, sobrecogido, infinidad de momentos. Sin embargo me voy a quedar  con dos citas, aunque ninguna de ellas es exclusiva del autor, Fede Nieto.

La primera va en los créditos, al final del libro,  justo en la parte que habla de la fecha y lugar en la que se ha realizado esa primera edición, y la escojo porque es enternecedor terminar recordando a tantos niños que vivieron la torturada vida del protagonista, mencionando la famosa frase de John Irving: "Buenas noches, príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra"

Y la segunda cita porque es pura y execrable poesía de lo atroz (y lo digo, sabiendo que me arriesgo mucho en este caso con el término "poesía"). Digamos que podría calificarse como lo antagónico al famoso, y mil veces citado, poema de Martin Niemöller atribuido erróneamente a Bertolt Brecht.

En mayo de 1977 el general argentino Ibérico Manuel Saint-Jean, gobernador de la provincia de Buenos Aires durante el mandato del dictador Jorge Rafael Videla, pronunció un discurso en el que soltó la siguiente perla (o indeleble aviso a navegantes con total actualidad):

"Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos".

Una inequívoca invitación a abandonar la timidez. Y la indiferencia.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Hagamos caso a Magritte


René Magritte, que además de un estupendo pintor era un tipo avispado, una vez pintó en un lienzo la imagen de una pipa y añadió "esto no es una pipa", creando con ello un conflicto a la sociedad de su época. Cómo no iba a ser una pipa aquello que había pintado el propio Magritte en el cuadro, decían estupefactos.

Pues eso nos pasa todavía. En el cuadro (clínico) del descenso está. La esperanza. Sólo. Pero aún no hemos matado al bicho. 

lunes, 11 de mayo de 2020

Esto no es un diario LIX


A poco de empezar a hacer algo de montaña, siendo chaval, llegué a la conclusión de que era allí, entre los riscos, donde no existen los espejos para componer a capricho el rostro, donde se conocía la verdadera naturaleza de uno mismo y también la de aquellos que te acompañaban. Más tarde, viajar a algunos lugares que a veces se hacían inhóspitos, en buses de mala muerte, en sept place o en camionetas atestadas  no hizo otra cosa que acentuar esa percepción.  Y ya bucear una crisis del calado de la actual lo ratifica hasta extremos imposibles de soslayar. No deseo ser excesivamente áspero, y sí resaltar lo indulgente, porque al fin y al cabo el miedo es libre y la voluntad de ser justo también. En estos días, a pesar del aislamiento, he visto de todo y todo lo he sentido. Podemos en un momento ser cobardes y abnegados, pesimistas y animosos, podemos estar tristes, podemos pasar de la euforia a la ruina, mirar con ojos de silencio o señalar con el dedo con ira desalojada. Podemos saludar al día con una sonrisa y convocar a la noche y a las tormentas sin modificar el rictus. No en vano somos conciencia pero también timoratos despiadados.  Y así , de este modo tan singular, vamos campeando los humanos. 

Yo creo que el presente va a ser el último apunte en esto que no es un diario. No sé si me he expuesto demasiado. Probablemente. Es lo que tiene este nuevo mundo de lo impúdico, pero a mí, a pesar de los riesgos, me ha servido como antídoto.
Dentro de un rato saldré, no sé a dónde, porque las ligaduras se habrán aflojado un poco más y las marcas en los tobillos ya no serán tan lacerantes. El paisaje, aunque familiar, tendrá algo de irreal. Como un claro en el bosque o una rendija de sol entre la niebla. Algo así. Pero presumo que nada va a ser igual. No hemos vivido ninguna guerra, aunque esto tiene toda la pinta de ser una catástrofe, y por tanto no está la cosa para festejar. Nos hemos caído y los que quedamos nos vamos levantando poco a poco. 
Espero que seamos capaces de hacer camino, aunque caminar se convierta en un automatismo. Lo difícil viene después. Después de tanta distancia.
¿Cómo despojar la desconfianza?
¿Cómo atar lo desanudado?
¿Cómo regresar a los abrazos?

domingo, 10 de mayo de 2020

Esto no es un diario LVIII


           No sé si estamos aprendiendo algo. 
                                                                               O es que, acaso, antes ya éramos islas.

sábado, 9 de mayo de 2020

Esto no es un diario LVII


                                                                        Para el jardín de JR



no me gustan las flores cortadas
ni los ramos de novia
ni las coronas de muertos
no me gustan
 las flores cortadas
salvo aquellas que ciegan
el  ojo  de las escopetas
o las que, de cuando en cuando,
 se transforman en mariposas

viernes, 8 de mayo de 2020

Esto no es un diario LVI


Hace bastantes días que no empezaba diciendo "hoy llueve". Pues bien, hoy llueve y será complicado que podamos acercarnos al mar como el primer día de rienda suelta (bueno, un poco más suelta, pero rienda al fin y al cabo). Desde entonces he llevado en el bolsillo lo que ven, haciendo música de lluvia al caminar. Manías que le entran a uno al cabo de los tiempos y de la edad. ¿Les he dicho que he cumplido años? Últimamente me da por cumplir años en días raros. De lutos y confinamientos. 

Será por eso que me llevo la música en los bolsillos.
Será por eso que, desde aquí, hoy, escucho la lluvia cayendo en la mar.

jueves, 7 de mayo de 2020

Esto no es un diario LV


Hace días hablaba yo del buitrón, un pajarillo humilde de nombre superlativo que, dada su actividad incesante, es muy notorio con la primavera, aunque para el común suele pasar inadvertido.
En vuelo es muy difícil atraparle en una fotografía, pero hete aquí que a veces se balancea en un herbazal, se sube a un cable o se despista.
Y entonces sí. 

Buen día a todos, mis pajarillos del mundo, coro del alba confinada. El vuelo es para vosotros. Desde  Miengo a Santander, desde Santander a Santiago de Chile, desde Santiago de Chile a París, desde París a La Habana, desde La Habana a Barcelona, desde Barcelona a Madrid y de ahí a Bolaños de Calatrava, a Granada, a Valencia y a Amorebieta, a Puente Viesgo, a Reinosa, a El Astillero y vuelta a Torrelavega. No dejéis de visitar Extremadura, León y Valladolid. Y más tarde, cuando os asalte la fatiga, regresad con bien al cable de mi ventana.    

miércoles, 6 de mayo de 2020

Regalo


Hay felicitaciones que, en sí, son un tesoro. 

Esto no es un diario LIV


Se me antoja que el día era domingo o fiesta de guardar. No engañan los atuendos de la mayor parte de los que aparecen en la fotografía, ni tampoco lo extraordinario del vehículo ante el que todos posan, anacrónico ya para la época, y por lo mismo objeto de alborozada atención. 
El bar-tienda, que tomaba el nombre del lugar, hace muchos años que no existe. Por el local han pasado después otras actividades: mercería, tienda de ropa y ahora farmacia. Tampoco existe el edificio que aparece a la derecha, detrás del camión, donde los habitantes del barrio iban a pagar los recibos. Un día, años después, se cayó por obra y arte de un telúrico movimiento vecinal. 
Si hago un cálculo, la fotografía debió ser tomada en la primera mitad de la década de los sesenta y la mayor parte de los que reconozco, los que adquieren mayor protagonismo en la escena, eran compañeros de trabajo, cuando esa expresión podía significar mucho más de lo que significa hoy en día. 
Es muy probable que el que está detrás de la cámara, con un paseo arbolado de plátanos a su espalda, también lo sea.
Ésta es también la primera fotografía que recuerdo en la que poso junto a mi padre.

martes, 5 de mayo de 2020

Esto no es un diario LIII



Probablemente es la primera en la que aparecemos juntos. La fotografía está tomada en Asturias. Lo que no recuerdo es si estamos en Mieres, en Gijón o en Avilés. Mi memoria de aquellas cosas se fugó con ella, un día como hoy, hace dos años. 
Llevábamos 57 menos un día de relación.

lunes, 4 de mayo de 2020

Esto no es un diario LII


Y de pronto Sol se cubre con la niebla encaramada en los bosques lacandones.
Bien de mañana me sorprende luciendo un regalo que vino de Chiapas hace muchos años y que apenas ha vestido desde entonces.
                                                  ---------------------------------

Tal vez porque seguimos teniendo nubes en la boca.
Tal vez porque es tiempo otra vez de palabras, de recordar, de memorizar, de atraer a esta penumbra lo que fuimos, lo que pudimos ser y, también, lo que no hemos dejado de ser.

Para no olvidarnos.

Aquí estamos, esto somos.   


domingo, 3 de mayo de 2020

Esto no es un diario LI


De todos los lugares del mundo, 
hoy,
precisamente hoy,
por primera vez,
me quedo con uno solo.
Una playa,
una hora,
una orilla,
un kilómetro.
Emoción hasta la lágrima.

sábado, 2 de mayo de 2020

Esto no es un diario L


Aquí debería ir la fotografía de un buitrón, que es un pájaro mínimo con nombre de ave superlativa. El buitrón suele anunciar la primavera con su vuelo inconexo y saltarín y es, por lo mismo, difícil de fotografiar. Lo normal es que escuches su canto sincopado sobre tu cabeza antes de verlo, y entonces es cuando constatas para tu adentro: "Vaya, si por fin ha llegado la primavera". 
Ayer dos buitrones se me acercaron y uno hasta se posó, balanceándose en una hierba. Debe ser verdad, que está llegando.
Por la tarde apareció en el cielo este otro señor, el de la foto, que sobrevuela los prados tras la siega en busca de ratones y topillos, desprotegidos ya de su escondite natural. También suele decir el milano con su actitud que está cambiando la estación.
Hoy voy a poder pasear con la familia que vive en mi casa. Parece que, como dice la canción, aunque sea un poquito, todo cambia, todo cambia.  
Y sobrevolamos. 

viernes, 1 de mayo de 2020

Esto no es un diario XLIX


En mi primer contrato de trabajo, con veintipocos años y a nada de haber terminado mis estudios universitarios, un organismo regional del más alto vuelo me contrató para realizar, junto a otros pardillos como yo, una encuesta en el ámbito rural. No les voy a explicar de qué iba la encuesta porque me da un poco de grima, a la par que se me escapa la risa, por lo delirante de su propuesta; pero sí les diré que el sueldo era precario, sin seguridad social (apenas un seguro privado) y que los altos funcionarios encargados de la encuesta pretendían que los gastos de desplazamiento (billetes de tren, billetes de autobús, gasolina) y la manduca diaria se detrajera de los exiguos emolumentos a cuenta. Es decir, nada de dietas. Con lo cual pueden calcular sin necesidad de mucha imaginación en qué se quedaba un salario que todavía no teníamos.   

Esa fue la primera vez que acudí a un sindicato.
Por supuesto, existía un apartado en la financiación del trabajo que incluía dietas de desplazamiento y era algo que se había ocultado premeditadamente por parte de la parte contratante (me imagino las razones, aunque no las diga). Por supuesto también eso es algo que no supe hasta que intervino un delegado de ese sindicato con el que me puse en contacto y entiendo que de no haber sido por tal motivo jamás nos habríamos enterado ni yo ni el resto de mis pardillos compañeros.
No obstante, una vez deshecho el entuerto y reanudado el trabajo, todavía tuve que aguantar los intentos de indagación de encargados y esbirros sobre quien de nosotros, los pardillos, había levantado la liebre. Supongo que no tenían la intención de felicitarme, así que me callé como un muerto. 

Años más tarde encontré un trabajo que me ha dado de comer durante el resto de mi vida laboral. Y entonces yo también me convertí en uno de esos delegados sindicales. Algo de lo cual me siento orgulloso y honrado, porque intenté siempre ser leal con mis compañeros y estar a la altura de los que me precedieron. Ha habido de todo, alegrías y sinsabores. Unas veces he estado de acuerdo con las decisiones de la organización sindical a la que pertenezco y otras no. Pero una cosa tengo "meridianamente" clara (va por ti, Rafa, compañero, estés donde estés). Para los trabajadores no hay mejor árbol en el que cobijarse que un sindicato de clase, sea cual sea, cuando amenaza aguacero. Y ahora vuelve a haber negras tormentas agitando los aires (nunca ha dejado de haberlas).
Los fascistas y adláteres lo saben y por eso se ponen extremadamente nerviosos cuando nos nombran.

Hoy es primero de mayo. El más raro de los primeros de mayo que tengamos que vivir, probablemente. Estamos en casa, pero tengan por seguro que no nos estamos quietos.