Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 6 de mayo de 2020

Esto no es un diario LIV


Se me antoja que el día era domingo o fiesta de guardar. No engañan los atuendos de la mayor parte de los que aparecen en la fotografía, ni tampoco lo extraordinario del vehículo ante el que todos posan, anacrónico ya para la época, y por lo mismo objeto de alborozada atención. 
El bar-tienda, que tomaba el nombre del lugar, hace muchos años que no existe. Por el local han pasado después otras actividades: mercería, tienda de ropa y ahora farmacia. Tampoco existe el edificio que aparece a la derecha, detrás del camión, donde los habitantes del barrio iban a pagar los recibos. Un día, años después, se cayó por obra y arte de un telúrico movimiento vecinal. 
Si hago un cálculo, la fotografía debió ser tomada en la primera mitad de la década de los sesenta y la mayor parte de los que reconozco, los que adquieren mayor protagonismo en la escena, eran compañeros de trabajo, cuando esa expresión podía significar mucho más de lo que significa hoy en día. 
Es muy probable que el que está detrás de la cámara, con un paseo arbolado de plátanos a su espalda, también lo sea.
Ésta es también la primera fotografía que recuerdo en la que poso junto a mi padre.

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