Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Otro librito

Puede que parezca una tontería tras el prisma de los años que han pasado, pero cuando comencé a reunir los poemas que aparecen en “Las fronteras del aire” me acordé de una anécdota que sucedió la primera vez que subí a la Peña Remoña, en los Picos de Europa.
Para los que lo desconozcan, la Remoña es la cumbre que se ve a la izquierda de la cabina superior del teleférico de Fuente Dé, y a la que muchos turistas poco avisados confundían muy habitualmente con el Naranjo de Bulnes.
El caso es que a los dieciocho recién cumplidos y con el sustrato de ingenuidad que dan los pocos años, y tal vez las muchas lecturas escasamente digeridas, llegué a aquella cumbre y tras mirar a mi alrededor, a mi espalda los riscos lunáticos del Macizo Central y al frente una sucesión de bosques y montañas en los que no parecía caber la intervención del ser humano, solté en voz alta un pensamiento que hizo sonreír a alguno de mis compañeros de ascensión con más edad.
“Tal vez, cuando bajemos de aquí, ya haya triunfado la revolución”

A día de hoy, a casi cuarenta años de distancia, que yo sepa, la revolución sigue por venir y algunas a las que se le ha dado ese nombre han sido solamente un pálido reflejo de mi candidez.

Cuento esto, en realidad, porque esa atalaya y otras, en siguientes ocasiones, y dado que el evento deseado, por el cual el mundo iba a cambiar y todo iba a ser más justo y los hombres más felices, no acababa de llegar, terminó por convertirse en mi imaginación en una especie de Arcadia en la que me recluía lejos de los sinsabores de la vida real y cotidiana. Como un náufrago que de vez en cuando encuentra la salvación, a mi ínsula la di por llamar la República Independiente de los Picos de Europa. Casi nada.

Hoy, que apenas visito aquellos lugares, y que yo tampoco soy aquel muchacho soliviantado, no dejo de pensar, sin embargo, que estos poemas, o más bien el impulso que me ha hecho escribirlos es de nuevo una Arcadia, un Brigadoon en el que buscar acomodo ante las guerras diarias.
Tampoco dejo de pensar que, si hoy volviera a contemplar el paisaje de entonces, lo que más me sorprendería es que, seguramente, sigue sin haber rastro de la huella humana hasta el horizonte y que por tanto, como dice la canción, allí no hay más fronteras que las del aire.

Por eso, la mayor parte de los poemas que aparecen en el libro, por no decir todos, llevan intrínseca la admiración y, sobre todo, la piedad que a lo largo del tiempo y de los caminos del mundo he sentido por el ser humano. No en vano somos idóneos para lo mejor, pero también las únicas criaturas capaces de ponerle puertas al campo y límites al mar. Triste mérito, desde luego, el nuestro, cuando hasta de nuestra piel hacemos una muralla.

En “Las fronteras del aire” creo que intento permanentemente reflejar esa ambivalencia. No sé si lo he conseguido. Quizá no soy el más adecuado para juzgarlo.

No obstante, a mí me ha servido como antídoto. Espero que a los posibles lectores aventurados también y que, por tanto, valga modestamente para que, a falta de la revolución que nunca llega, nos aliviemos con poesía, por un rato, de la muy desagradable sospecha de que, como especie, estamos haciendo de este mundo, y de paso de nuestras pobres vidas, una soberana mierda.  

martes, 29 de diciembre de 2015

A cántaros

              Angkor. Camboya

Nos ha caído agua a esgalla, nos hemos empapado a la irlandesa, a la escocesa, a la vietnamita y a la camboyana, nos han llovido gatos y perros, chuzos de punta, se ha desplomado el cielo sobre nuestras cabezas, hemos probado el amargo sabor de granizos como puños, nos ha envuelto el sordo rumor de la nieve.
Vivimos en una tierra en la que se supone que el paraguas y el impermeable son instrumentos imprescindibles. 
Y sin embargo aquí estamos, mirando desconcertados la ausencia de nubes, preguntándonos si será verdad lo que cuentan del cambio climático, del tapón de mierda en la capa de ozono. Sin una  miserable tormenta, sin un chubasco, aunque sea pequeñito, que libre a los bosques y que amanse a la fiera.


jueves, 24 de diciembre de 2015

La Poesía

                      Fotografía: José Atienza.

Me tomo la libertad de publicar esta fotografía que nos hizo José Atienza hace catorce o quince años en un viaje a La Coruña, porque hace unos días leí un artículo del escritor Julio Llamazares a propósito del nuevo libro de Manuel Rivas (ambos, autores con los que me identifico y admiro plenamente) en el que se habla casualmente del lugar en el que está hecha la foto.
Empezaba Julio su escrito preguntándose si puede haber mejor nombre para una librería que el de La Poesía. Y en estos tiempos en que las librerías cotizan poco desgraciadamente creo que sí, que hay aún un nombre mejor: La Poesía Se Traspasa
La fotografía me acompaña desde entonces. Y también el eterno deseo de que la poesía cruce rauda de un lado a otro, y que se instale en cada uno de nosotros, de nuestros deseos, de nuestros sueños. De nuestras vidas.   

Para disfrutar del artículo de Julio Llamazares puede usted detenerse aquí.

Waits

lunes, 21 de diciembre de 2015

La revolución en bicicleta

-Hum, soñar no cuesta nada- dijo Bartolo, al cabo, suspirando.
-Soñemos, entonces- acordó Manuel.
-Pero jode mucho.
-Jodámonos, entonces.
-Eso hacemos.
Y Manuel se levantó, los saludó y se fue.


Mempo Giardinelli.
La revolución en bicicleta.
Edhasa.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Escribir en el aire


                                                  ¡Que vivan los compañeros!

                                            ------------------------------------------------------
Solía escribir con su dedo grande en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!

Palo en el que han colgado su madero,
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

¡Viban los compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!
Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo,
y en la chaqueta una cuchara muerta.

Pedro también solía comer
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!

Lo han matado, obligándole a morir
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.

Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, después de muerto
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».

Su cadáver estaba lleno de mundo.
César Vallejo

sábado, 19 de diciembre de 2015

La siesta de la democracia

Hoy tengo que hacer un encofrado y también tengo que reflexionar. Pero me levanto jodido, con dolor de muela y con dolor de amigos.
Las muelas te pulverizan y a veces los amigos también. Supongo que por eso duelen. Y, además, con ellos la cirugía es harto complicada.
Hoy tengo que hacer un encofrado y también tengo que reflexionar. Nada espero del día de mañana (tampoco mucho del futuro), seguiremos cavando trincheras. Sin embargo sí que espero, quizá ingenuamente, que la gente a la que quieres no muestre su rostro más feo.  

martes, 15 de diciembre de 2015

Ponerse digno

Nos han dicho a los trabajadores que nuestro sudor vale una mierda.
Nos han dicho a los parados que estafamos al patrimonio del Estado.
Nos han dicho a los estudiantes que sobramos en la Universidad.
Y también sobramos los jóvenes en este país, nos han dicho. Y que viajemos.
Nos han dicho a los ancianos que sólo valemos para votarles cada cuatro años.
Y también a los dependientes nos han dicho que nos las arreglemos como podamos.
Nos han dicho que nuestra salud cotiza en bolsa. Y por tanto es mercancía.
Nos han dicho que miremos para otro lado cuando salvan a sus bancos, cuando salvan a sus compadres.
Con nuestra propia pasta nos han llamado gilipollas a la cara.
Y también nos han dicho que nos jodamos.

Y todavía éste se pone digno cuando el otro pirigüiri le menta a su decencia.

¡Vamos, hombre!
Pues hasta aquí hemos llegado.
Je je je. 

sábado, 12 de diciembre de 2015

Las papeleras

                                                    Hace falta rebosar
                                                    las papeleras
                                                    de ideas inútiles,
                                                    de sueños inútiles,
                                                    de actos inútiles,
                                                    de votos inútiles,

                                                    antes de que ellos
                                                    las completen
                                                    con tantos, tantos,
                                                    tontos útiles.


jueves, 10 de diciembre de 2015

Pueblos IX

    Caloca (Liébana). Cantabria.

lunes, 7 de diciembre de 2015

El combate del siglo

Me asomo a los prolegómenos del combate del siglo en una de las cadenas asociadas que lo emiten, y veo con incredulidad un graderío ocupado por fans, con pancartas que representan a cada uno de los cuatro equipos en liza (me pregunto ahora si fans proviene de fanáticos, porque gritan y jalean como si lo fueran). A su alrededor un grupo de supuestos periodistas con alcachofa va calentando el ambiente para lo que se avecina.
Y no sé muy bien si me encuentro ante una “fainal for” o ante “cesta y puntos”, que era un concurso que enfrentaba, cuando yo era crío, a sabios pitagorines ataviados con chándal, de los diversos colegios (religiosos mayormente) que en la franquista España había (y sigue habiendo).
El caso es que una cosa tan seria como la política de este país (seria porque nos jugamos bastante más que un triunfo deportivo) se ve reducida por mor de las audiencias a un triste espectáculo televisivo más propio del músculo que del cerebro.
Y ya ven, me causa sonrojo que el candidato del partido gobernante se refugie en una reserva en lugar de afrontar su destino. Y me pone enfermo que esté obligadamente ausente el único candidato de la izquierda real, que a mi juicio le daría calado y su verdadera dimensión a lo que de otro modo parece de una vulgaridad aplastante. Pero sobre todo me desconsuela  que Podemos, en su deriva, se preste a esta pantomima creada para vender anuncios.
Y es que el combate del siglo ya se produjo, que yo sepa, entre Mohamed Alí y Joe Frazier a principios de los setenta. No ha habido otro. Lo demás son imitaciones.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Volar


                                      Volar, sostenerse en el aire. Ingrávidos como un suspiro.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Ser


Ser
hoja
entre
las
hojas,
árbol.

Uno,
dos,
tres,
cuatro
pasos.

luego
viento
nada. 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Desaparecidos en debate

Estaba yo ayer por la tarde metido en la cocina entre ollas y cazuelas. En la televisión, en la habitación de al lado, un programa de actualidad analizaba a su manera un debate a cuatro en el que sólo había tres, cuando debería haber cinco. A continuación un economista contratado por la cadena ponía del revés los principales ofrecimientos de cada partido político bajo la tesis de que, sin haber empezado la campaña electoral, los citados partidos (esta vez cinco) estaban vendiendo la vaca por una pasta tal que solamente cabía en sus respectivas imaginaciones, a tenor de la economía del país: que si subida de impuestos, que si bajada de impuestos, que si planes de empleo... Total, que el economista en cuestión iba mandando al cubo de la basura, por irrealizables, cada una de las propuestas con una energía y una rapidez digna de otras causas. Y en eso llegó la propuesta de la cenicienta. O sea, la de ése al que no invitan a los debates. El economista se para, inmóvil como estatua (significativo silencio), y luego dice algo así como que ese partido hace bien en plantear esa propuesta desde su perspectiva y a continuación se va por las ramas, cual mandril, englobando las propuestas del resto.
Y el caso es que no sé yo muy bien que quiere decir ese detalle, esa inoperancia en tan aguerrido profesor, cuando para diseccionar los menudillos del resto estuvo bastante sobrado de sesudos argumentos.
Mientras tanto, yo sigo en la cocina con mis guisos. Y llega la hora del programa estrella de la enjundia y la ironía, en el cual, un locutor con apodo de estado norteamericano entrevista a los presentadores de un debate estrella en el que va a haber tres más la sustituta de un desaparecido en las ignotas transparencias del plasma. Llega un momento en el que, tras mucho enjuague publicitario y mucho pasarse la mano, el conductor del programa le pregunta tímidamente a la periodista estrella (qué digo estrella, más bien la Vía Láctea) por la cenicienta del cuento, o sea por qué razón no va a estar el quinto de la discordia.
Aquí, en un tono de ensayo general bien aprendido, la Vía Láctea también se empieza a subir a las ramas como un chimpancé. Que si las encuestas, que si las audiencias, que si está muy bien la discrepancia, que también hay otros que merecerían estar... Bufff, más bobadas que en una película de adolescentes yankis.
En conclusión, que ya no sé muy bien si el problema son los desaparecidos de propia o aquellos que los hacen desaparecer por mor de las audiencias y de paso, en un baile de fantasmas, aparte de hacernos danzar con los polichinelas más feos, nos expropian la voluntad.
Así que yo sigo con la mía. Cocinero a los pucheros, que más vale atar la longaniza.       

martes, 1 de diciembre de 2015

Oeste



Visito en el Museo Thyssen de Madrid una exposición sobre los indios norteamericanos. Me impresionan los óleos que muestran las grandes llanuras y las enormes montañas. Paso de largo, apenado, frente a la cabeza disecada de un bisonte. Me detengo, durante un rato, en los rostros duros y marcados que aparecen en los retratos. Hay ojos de carbón y de fuego.
Recuerdo todo el tiempo que un presidente norteamericano, ante la firma de un tratado con ellos, declaró con lengua de serpiente que sus tierras serían de los pueblos indios "mientras crezca la hierba y fluyan los ríos". También recuerdo el libro que leí sobre sus derrotas: "Enterrad mi corazón en Wonded Knee".

viernes, 27 de noviembre de 2015

Librería 65

    Atenas. Grecia.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Tiempo de pájaros


Hay un tiempo furtivo
que entreteje las tardes
con el perfil indócil de los astros.
Un tiempo que trasciende
y desescombra el límite
de todos los espejos, 
como si, en realidad,
nada de lo que es tuyo
te hubiese alguna vez pertenecido.
Las orillas del cielo
despliegan en el alma
un concierto a dos voces
y los oyes venir:
pájaros y más pájaros,
sobrevuelan a un tiempo
las flores y la nieve.

Katy Parra.
Por si los pájaros.
Colección Visor de Poesía.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Dibujar

   Meteora. Grecia.

Cosechar las huellas en el tiempo,
los rastros que deja el mundo en tus ojos, 
los lugares en los que fuiste feliz.

domingo, 15 de noviembre de 2015

La resistencia


Pasamos el domingo en la Liébana, con una parte de "La Disidencia", ajenos por un día al ametrallamiento de malas noticias (que en los tiempos actuales son la mayoría). Vislumbro el Pico Bistruey después de muchos años (la verdad es que yo lo recordaba de otra manera).
El otoño está avanzado, repleto de árboles desnudos. Y sin embargo, todavía algunos se apuntan a la resistencia.  

sábado, 14 de noviembre de 2015

La espiral


Y cuantas más curvas tenga la espiral
más armas serán capaces de vender y de comprar,
más petróleo arderá en su favor
y nuestro miedo apuntalará su poder. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

El otro lado


Al otro lado lo que no entiendes,
la terca oscuridad,
el prójimo, el extranjero,
las nubes de tormenta,
el territorio del lobo,
las voces de la noche.
Al otro lado siempre el enemigo.
En éste, y llueve sobre mojado,
únicamente las cadenas del miedo
y la inclemencia.

martes, 10 de noviembre de 2015

Pueblos VIII

   Psarades (Grecia)

lunes, 9 de noviembre de 2015

Retrato de Valbuena

Tal vez no sea exactamente un retrato. O al menos un retrato al uso. Esos retratos en los que se mira fijamente a la cámara y se ensaya un gesto sereno, con la mano, a veces displicente, apoyada en un rostro pensativo. Como observando el futuro.
Pero él es así. Sin artificios. Pura actividad en una mente joven, que apenas ha advertido el paso de los años. Imposible el clásico.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Fotos robadas

    Alrededores de la Acrópolis. Atenas. Grecia.

    Epidauro. Grecia.

Hoy, que mucha gente va cargada por el mundo con palito de selfie, como si de golfistas digitales se tratasen, me causa aún más ternura que un desconocido, sin miedo a que yo salga corriendo con su cámara, me pida que le haga una foto.
Y es que yo no robo cámaras, pero me encanta hurtar fotos de gente alegre y despreocupada, de reinas de la noche y de príncipes de las bambalinas.
Así soy.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Exarchia


    Barrio de Exarchia. Atenas.


No sé muy bien si en la plaza de Exarchia las chapas de cerveza florecen en los deslavazados jardines, carentes de plantas y de hierba. Ni si sus permanentes moradores tienen otra casa o algún rincón para que descansen sus huesos. Tampoco sé si los autores de graffitis y los pegadores de carteles han advertido que la masificación no induce precisamente a la lectura de los mensajes, pero de vez en cuando algunas imágenes te sorprenden tanto como la vida de las calles cercanas, la tranquilidad de las conversaciones o las sonrisas de las muchachas.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Somos nubes de coral

    Estrecho de Corinto. Grecia.

A veces todo sale bien y nuestras noches son un conventillo en la Exarchia entre jóvenes airados y tranquilos que crecen a la sombra de la barba de Bakunin.
A veces todo sale bien y una chica me sonríe todas las mañanas mientras le solicito dos cafés con leche y un baklava.
A veces todo sale bien porque Atenas juega a ser un exceso que, pese a todo, sabe sacar partido a sus paredes deslucidas.
A veces todo sale bien y un hombre de semblante fiero nos invita a una jarra de retsina.
A veces todo sale bien porque seguimos encrucijándonos y un muchacho nos enseña las cuatro maneras de escribir la letra i tras un largo día de trabajo.
A veces todo sale bien cuando una ciudad como Argos se convierte por unos días en nuestra casa y hay alguien que se obliga a ocultar la tristeza de las despedidas.
A veces todo sale bien cuando de un idioma recóndito y una hermosa voz nosotros entendemos que en la mitad del cosmos todos somos nubes de coral.


jueves, 8 de octubre de 2015

martes, 6 de octubre de 2015

Librería 64

Sepúlveda. Segovia.

lunes, 5 de octubre de 2015

La ventana cerrada


Afuera llueve sin ruido.
El pueblo entra en el otoño con la misma cadencia lenta con la que lo abandonaron los últimos veraneantes.
En la cocina, hacemos planes sobre el futuro mientras tomamos café.
Pero el pasado también se cuela entre las hojas que siembran las calles.
Recordamos a los amigos. A los que están y a los que son. También a los que estuvieron en algún momento.
Sin pausa recorremos el tiempo. 


viernes, 2 de octubre de 2015

Cuando paseo con mi perro





Mayo camina junto a mí sólo cuando le place. La mayor parte del tiempo él está a lo suyo. Rastrea. Huele la hierba. Mira al horizonte. Busca rivales y princesas, aunque probablemente no por ese orden. 
De vez en cuando se acuerda de que yo estoy ahí y hace tonterías a mi alrededor. Se marca un vals sincopado o una giga al estilo perruno. También intenta morder el aire. Vete tú a saber qué significan tantas fiestas. 
De todos modos a mí caminar junto a mi perro me vale para mucho. A veces se me ocurren historias, ejercito la memoria y luego, cuando tengo lápiz y papel a mano, las escribo.
En ocasiones hasta hago algún amigo. Y cuando no, mientras anochece, regresamos juntos hacia la casa pensando cada uno en nuestras cosas. 

lunes, 28 de septiembre de 2015

La luna roja


Pues sí. 
Anoche me levanté a ver la luna roja.

domingo, 27 de septiembre de 2015

El día en las cuerdas de una guitarra


Nos dan las cuatro de la mañana entre amigos hablando y hablando.
Ya de día camino junto al perro hacia la marisma: Diecinueve garzas reales y un martín pescador.
Luego vamos a celebrar un cumpleaños y nos encontramos con una fiesta flamenca.
Tras la comida buscamos las fuentes de la infancia. Sólo queda una.
Más tarde seguimos hablando. Entre amigos.
Únicamente al final del día nos enteramos de que en Cataluña, como en todas partes, sigue ganando la derecha. 
La misma música de siempre.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

La poesía y los imbéciles

La poesía y los imbéciles
Revista Poesía, Nº 9, Buenos Aires, 1961
Aldo Pellegrini (1903 – 1973)

La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.
Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.
Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. En ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada “poesía oficial”, poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco.
La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.
Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino participa de ella misma.
La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tiene el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.
La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.

domingo, 20 de septiembre de 2015

De pantanos, pueblos abandonados y fortines de la guerra

Pico Susarón.

Hacemos un intento inútil por llegar al fortín de la Alboleya. Dicen que es la construcción defensiva más grande que los republicanos hicieron en el Frente Norte. Tenemos que llegar al lago de Isoba en las cercanías del Puerto de San Isidro. Desde allí hay que subir montaña arriba, pero las indicaciones que llevamos son bastante someras.
Camino durante una hora aproximadamente y voy avanzando loma tras loma sin localizar visualmente el fortín. Al final llego a la conclusión de que estoy completamente despistado y de que, por esta vez, hay que abandonar para tomar impulso. 
No obstante, la tarde no se ha perdido. En el camino de Boñar a San Isidro hemos pasado por el pantano de Vegamián (por mal nombre, de Juan Benet). Laudelino nos va señalando lugares bajo el agua al tiempo que nombra los pueblos que una vez hubo allí. También nos muestra al pie de la montaña la aldea de Utrero (si os fijáis la podéis ver en la fotografía). Utrero no se ahogó como el resto de los pueblos, pero perdió con la inundación todas sus tierras de labranza y de pastoreo y fue abandonado poco a poco para llegar al mismo destino silencioso.
Al final de la jornada, ya de regreso, mientras acompañamos a la atardecida volvemos a pasar por los túneles que jalonan la carretera del pantano como quien cruza hacia otro tiempo. 

martes, 15 de septiembre de 2015

Librería 63

Fotografía de Paco Gómez Nadal.                                        Quibdó (departamento del Chocó, Colombia)

lunes, 14 de septiembre de 2015

El rey del río



Hay quien dice que es un pájaro feo, desagradable y que da mala suerte. Sin embargo yo creo que su vuelo es majestuoso.
Supongo que aquellos que tienen prevención hacia los buitres no han escuchado el ruido de sus alas al volar.
En la reciente visita a las Hoces del Duratón, poco antes de conseguir esta fotografía, saludé a una señora que cruzaba como yo entre peñascos con la intención de observar a estas aves.
-Muchos bichos por aquí, le dije.
-Sí, muchos buitres. Pero hay más en otros sitios, me respondió.
-Sí, contesté con un tono con el que quería mostrar que había entendido su comentario irónico.
A continuación, seguí mi camino mientras escuchaba a mis espaldas el final de la broma.
-Y esos no vuelan...
Me temo que en el caso de los buitres, tal vez al revés que en otros, y pese a sus costumbres alimenticias (muy saludables, por cierto, para la naturaleza), el sambenito y la mala fama la reciben de sus homónimos humanos (que tanto y tan bien se despliegan últimamente por el mundo).   

domingo, 13 de septiembre de 2015

Las Hoces del Duratón


Recorremos en el fin de semana las Hoces del Río Duratón. Nos apretamos un cordero en Sepúlveda como es de rigor. Observamos buitres y demás aves sobre el curso fluvial y visitamos las ruinas de dos conventos enclavados en sitios increíbles.
Oxígeno y más oxígeno. 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

La zancadilla


Tengo que reconocer, en primer lugar, que un servidor tiene sus filias y su fobias, supongo que como cualquiera, en lo tocante a lugares, pueblos, países y gentes, fruto por lo general de experiencias vividas. También tengo que reconocer que en Siria fueron buenas y en Hungría, aunque no todas, las hubo malas. 

Las imágenes que acompañan están muy vistas y, pasados los primeros momentos, el impacto irá decayendo en la vorágine de escenas tristes y miserables con que parece que nos alimentan. Por tanto no voy a describirlas, porque a estas alturas quién más quién menos ya sabe de qué van.
Sin embargo, sí me apetece contar que esta mañana me tomaba un café en la barra de un bar y a mi lado un parroquiano le explicaba a su interlocutora el suceso, entre sorbo y sorbo de café y mordisco de cruasán, de este modo: "Y no veas la zancadilla que le metió. JODER, QUE RISA. Parece que ya la han despedido..."

Al "desayunante" solamente le faltó preguntarse en voz alta, ante la indiferencia de la chica que apenas le escuchaba, por el  motivo y la gravedad de la decisión de despido de esta periodista impresentable.
A mí me faltó preguntarle en dónde estaba la maldita gracia.

Lo dicho, uno tiene sus filias y sus fobias.


lunes, 7 de septiembre de 2015

Librerías

Cada día desaparecen en España dos librerías. Si fueran bares no importaría, porque hay cerca de un millón, pero las librerías no llegan a 5.000, con lo que, al ritmo al que vamos, en 10 años habrán desaparecido todas. Ya ha ocurrido, de hecho, en ciudades como El Ejido, que con 100.000 habitantes no tiene una sola librería abierta.
A estas alturas de la columna muchos lectores habrán dejado de leerla convencidos de que no va con ellos, ya que compran los libros en Amazon o se los descargan directamente de Internet, pero yo les pediría un poco más de paciencia aunque solamente sea por consideración a unos establecimientos en los que durante siglos y todavía hoy hemos hallado refugio al igual que en los bares y en los cafés, que también están desapareciendo para nuestra desgracia. Últimamente, parece que todo lo que no sea moderno, entendiendo por moderno todo aquello que nos aleje de los demás, está condenado a desaparecer.
Las librerías son, pues, sólo unas damnificadas más de un mundo que es cada vez más virtual y menos tangible y que considera el contacto humano anticuado y una pérdida de tiempo; un mundo que prefiere la irrealidad del ordenador y la soledad de los no lugares, ya sean grandes superficies, supermercados con dependientes autómatas, estaciones de servicio en las que ni siquiera hay vigilante ya o cafeterías self-service, al comercio de siempre y al empleado de carne y hueso, ya sea éste camarero, farmacéutico, tendero o dueño de librería. En el caso de los libreros, además, su oficio lucha contra otro mito de la modernidad virtual, que es el de que el papel se acaba.
Será que uno está acabado también o que se niega a aceptar una forma de vida que hace de la deshumanización su norma, lo cierto es que cada vez más reivindico lo real, entendiendo por real lo que se puede tocar, da igual que sean cosas o personas. Si se trata de cosas, prefiero que tengan peso, que sepan y huelan a algo, y si de personas que uno las pueda reconocer y nombrar, hablar con ellas y hasta hacerse amigo. Y eso, nos guste o no, es inviable pretender hacerlo con la cajera de la estación de servicio, de la cafetería self-service o de las plataformas logísticas con millones de libros apilados que te sirven por correo sin necesidad de contacto humano ninguno. Yo me resisto a ello y, por eso, cuando alguien se sorprende o me afea mi conducta por no tener blog ni cuenta de Twitter ni pertenecer a ninguna red social de esas en las que haces miles de amigos virtuales, ninguno de los cuales acudiría a tu entierro, contesto que soy más de bares. Y de librerías.

Julio Llamazares
El País. 07-09-2015