Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Retornos

    Para los amigos que regresan (aunque sólo sea por un rato)



Tenemos amplios horizontes.
Tenemos caminos que aún no hemos transitado.
Tenemos ciudades que no hemos visto y rincones que queremos volver a ver.
Tenemos rostros que sólo conocemos en sueños.
Tenemos montañas.
Tenemos ríos y mares incalculables.
Tenemos nubes que forman palabras que siempre quisimos decir.
Tenemos pájaros que nos cantan desde otras ramas.
Tenemos espejos que cruzar.
Tenemos añoranzas, nostalgias, melancolías, morriñas y saudades.
Tenemos sombras que perseguir.
Tenemos unos tragos pendientes
y la mitad de algunas conversaciones
que aún laten enteras
como un corazón.




martes, 20 de diciembre de 2016

Final de viaje



No sé dónde están.
Sólo sé que entonces éramos jóvenes
y nos fumábamos el cielo y el infierno.
A veces nos bebíamos la luz y el futuro
hasta quedar extenuados
y deambulábamos por las calles,
sin comprender el extravío,
como fantasmas sonrientes,
ajenos al orden y a las balizas.
No sé dónde están porque no aprendimos nada.
No supimos ver y ni siquiera tuvimos miedo.
No sé dónde están.
Únicamente sé que un día nos paramos
sobre un campo de amigos muertos
y nos sentimos solos,  sin espejismos
que introducir en nuestra sangre .
Silenciosamente vivos, lúcidamente ciegos
en un porvenir desperdiciado.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Después

   Apamea. Siria.

Después

Hoy llueve en el recuerdo de mis ojos,
en la creciente insensatez de las horas marcadas en rojo,
donde apenas se adivina
que mirar a las estrellas
es, hoy, mientras llueve,
 una labor de incrédulos
y de locos.
Hoy llueve mientras las columnas de almas devastadas
cruzan la pantalla en silencio,
mudas, como lluvia lenta,
como animales sin morada,
como versos del olvido.

MCH

lunes, 12 de diciembre de 2016

Una pieza especial



Javi está observando a las aves que sestean indiferentes en la laguna del oasis. Acerca alternativamente a sus ojos los prismáticos y su cámara fotográfica. De cuando en cuando escucho el obturador del objetivo: clic, clic, clic. Un archibebe común: clic. Una cigüeñuela: clic, clic. Un chorlitejo chico: clic.
La jornada transcurre tranquila mientras disfrutamos del paso de los pájaros desde el mirador. De pronto, a mi lado oigo un inusual y abrumador clic-clic-clic-clic-clic-clic-clic-clic-clic….
Javi dispara su cámara frenéticamente mientras me susurra gritos de alegría. Miro, aturdido, hacia el agua en donde las aves siguen con sus quehaceres cotidianos sin mostrar ningún signo de alarma. No veo nada que me indique el motivo de tanta actividad en mi compañero, hasta que en mitad de una ráfaga me señala el paso furtivo de un guión de codornices entre los matorrales. Cuando el animal desaparece en la espesura, Javi comienza una danza de saltos y exclamaciones que demuestran hasta donde llega la alegría en un ornitólogo habitualmente cauto y sereno. Yo, que no soy consciente de la importancia del avistamiento, me quedo mirándolo asombrado e incapaz de utilizar la cámara para cobrar mi primer humano feliz hasta el paroxismo.    

Un control


Cruzamos el río Gambia en un transbordador hacia la orilla norte. Al llegar a tierra, unos hombres ataviados con  ropas de camuflaje nos apartan de la marea humana que desciende de la nave y nos piden los pasaportes. Tras examinarlos sin mucha atención devuelven los de las cuatro mujeres del grupo y retienen los nuestros. A José Ramón y a mí nos señalan un chamizo de madera  y nos obligan a entrar con nuestras mochilas.
El interior es una penumbra vacía con suelo de paja y tierra en la que brillan a mi alrededor siete pares de ojos. Abren los equipajes y revisan concienzudamente la ropa y los objetos. No sabemos lo que buscan exactamente. Miran con curiosidad la caja de acuarelas, pero se detienen más tiempo con los medicamentos y nos preguntan por las cualidades de cada uno de ellos.
Por fin uno de los policías sostiene en su mano la caja de pastillas contra la malaria y nos la pide como regalo. La duda es como un fogonazo compartido, pero José Ramón, arriesgando en la jugada, le contesta que no es posible porque tenemos las justas para nuestra estancia.
El hombre se resigna y nos pide que recojamos los bultos. Luego, nos miramos aliviados y salimos de nuevo a la luz.

lunes, 5 de diciembre de 2016

La vida lenta

Adormecer el vértigo mientras los niños juegan a ser hombres que son niños. 
Y mientras tanto, los niños juegan, rompen los cristales de la tierra, nombran el miedo de los otros, cancelan la alegría en la casa del hombre.
Niños que dimiten de la esperanza de ser niños.
 

viernes, 2 de diciembre de 2016

Funeral


Ya se murió el viejo,
y con él su barba consumida,
sus discursos de 10 horas,
su camisa verde olivo,
su tirana forma, según dicen,
de hacer grande
una isla tan pequeña.
Así que ahora, ustedes,
sus tristes e impotentes enemigos,
los que miran con lentes de aquí
los sucesos de allá,
los que huyeron, cobardes, a Miami,
los que aseguran que mató al Che,
los que mantienen que desapareció a Camilo,
los latifundistas,
los liberales,
los negociantes,
los prietos votantes de Trump,
los recalcitrantes,
los equidistantes,
los arrepentidos,
los hipócritas demócratas
que lavan sus miserias con agua bendita,
anticomunistas todos,
ustedes:
ya pueden,
según prefieran,
bailar, darse golpes de pecho,
volver a sus madrigueras.
Y después, cuando ya pase el peligro,
morirse,
también,
tranquilos.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Librería 73

 Venecia-Italia