Imagínense a un niño o una niña de hoy viviendo y muriendo en territorio bombardeado, acosados por el miedo, la angustia y el hambre. Imaginen sus rostros y sus miradas. Imagínenselo por un momento.
Sí, ustedes también. Los que viven preocupados, indignados y amargados por el cambio de maquillaje de una imagen de cartón piedra.
¿Pero, qué coño de cara quieren ustedes que tenga la señora Macarena?
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