Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 31 de octubre de 2020

El infinito en un sueño (Día octavo)


"Misteriosos grupos de hombres a caballo recorren los caminos de Grecia. Los campesinos los observan con desconfianza desde sus tierras  o desde las puertas de sus cabañas. La experiencia les ha enseñado que solo viaja la gente peligrosa: soldados, mercenarios y traficantes de esclavos. Arrugan la frente y gruñen hasta que los ven hundirse otra vez en el horizonte. No les gustan los forasteros armados"  

El infinito en un junco
Irene Vallejo
Siruela


De libros quemados en los purgatorios del poder
y de los amigos de Ajmatova memorizando poemas indestructibles.
Y un sueño donde encuentro 
las polvorientas sandalias de Heródoto
en un caravasar armenio.

viernes, 30 de octubre de 2020

Apariencias (Día séptimo)


Como mi perro cuando eriza la piel del lomo
para parecer más fornido y amedrentar con su miedo a posibles enemigos.
O como algunas aves que amplían exageradamente el grosor del buche
para seducir a las hembras y alejar así la soledad.
También a veces, contra el temor, mi sombra
es mucho más grande que yo.

jueves, 29 de octubre de 2020

El afán (Día sexto)


Todo está a mayor distancia
que la que mi brazo alcanza.
Y mi mano solo toca el aire, 
las ínfimas partículas de oxigeno
y de hidrógeno que navegan
en el universo cercano,
que es como no tocar nada real.
Sin embargo, extiendo los dedos
con coraje y me inclino
sobre la ventana intentando llegar
a los caminos de la imaginación,
donde mi brazo es un remo
y mi aliento hincha las velas
que me han de llevar muy lejos. 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Il Medico della Peste (Día quinto)

Ella era joven. Y hasta me pareció guapa, embutida en su uniforme de campaña, aunque solamente pude ver sus ojos y escuchar una voz cantarina que me decía: "te voy a molestar un poco".

Y es verdad que el hisopo en lo más profundo de la nariz es desagradable, pero más lo es la inseguridad, la duda y el desasosiego.

"Me has hecho llorar", le dije cuando terminó.

"Sí, te he emocionado", replicó burlona.




martes, 27 de octubre de 2020

Exploraciones (Día cuarto)


Examino mi cuerpo como si recorriera el mundo.
Aquí una ciénaga, una meseta, un acantilado,
una depresión, o más bien lo que no llega a ser
más que una tristeza profunda, un océano de tristeza.

Un poco más allá, un soplo de aire en el corazón
del bosque o en las montañas de la desesperanza.

Y allí, donde el dolor es el hábito, se alzan los estados febriles,
lugares desolados de impunidad, miseria y espanto.

Sondeo los precipicios, los mundos deshabitados
-espejo de mi sangre-, y los fondos abisales
más allá de las ventanas. Y ahí soy, nada más, una isla
a tiempo completo mientras canto en los abismos.



lunes, 26 de octubre de 2020

Un lapso de tiempo (Día tercero)

 

No nos bastó con observar el paisaje
desde el cerro. Eran más montañas
las que se levantaban desde mis ojos.
Interminables elevaciones cada vez más grises.
Cada vez más sólidas. Y cada vez 
más niebla sobre nuestras espaldas.
Como si nos obligásemos a recordar
lo que nos había llevado hasta allí
y tu rostro fuera tan joven
como aquel primer día.
Por si llegas, como entonces,
despreocupada, atrevida y feliz
a pesar de aquel viejo uniforme de las monjas.
Por si acaso. Por si las moscas...
He preparado café para cuando vuelvas. 


domingo, 25 de octubre de 2020

Territorio en destrucción (Día segundo)


Somos un pequeño territorio en destrucción.
Mansas praderas que arden con la perseverancia
de los papeles viejos
y los contratos inacabados.
Árboles de la fe y de los alientos que se tronzan
como un designio.
Los ríos sanguíneos de nuestro cuerpo ceden
y nacen las edades sin nosotros.
Desde arriba nos mira el milano real,
tan indolente como seguro de su presa.





sábado, 24 de octubre de 2020

El monstruo (Día primero)


 Hay un monstruo que me come la sopa
y me hace cosquillas cuando me muestro cansado,
que me esparce los trastos,
que me mezcla los libros
y se entretiene en colgarme espantajos
a la espalda 
cada vez que estoy despistado.
Hay un monstruo marino
con cola de sierpe,
con garras de trasgo,
con negro propósito,
que me nubla el sentido,
que cruza mis sueños,
que pone fuego en mi frente
y me habla con sangre
y me enseña los dientes
y pronuncia muy despacio
todos y cada uno
de las distintos vocablos
que nombra el miedo.



martes, 20 de octubre de 2020

Un faisán en tierra extraña


Este paisano no es de aquí. Ha sido introducido, probablemente, para servir como objetivo para el plomo de escopeteros. Este verano he visto también alguna que otra perdiz despistada, que en bosque bajo castellano no llama la atención, pero aquí viene a ser como un guiri con sandalias y calcetines.

No sé cómo son los faisanes en su medio, pero éste en estos lares es un poco torpe y como no se espabile le auguro menos futuro que a un testigo de Jehová en una asamblea de anarquistas. Espero equivocarme y que vuele sobre los prados por mucho tiempo mientras vigila las andanzas de sus nietos.

Porque no me digan que no es guapo el susodicho. 

lunes, 19 de octubre de 2020

Elena Garro

Hoy mi madre cumpliría 84 años y es la memoria que perdí.


Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy, estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga.

Elena Garro. 
Los recuerdos del porvenir. 
Alfaguara.


 

domingo, 18 de octubre de 2020

Milano Real


 Ya están llegando los milanos reales.

viernes, 16 de octubre de 2020

La envolvente


La vida se está poniendo resbaladiza y se nos amotinan cada día los conjuros y los deseos. Pero a veces, quizá en precaria correspondencia, el cielo en batalla o los filtros de la luz del orbe y los turbulentos abrazos de nube se muestran espléndidos y osados hasta saquearte las lágrimas y la respiración.
Sólo hay que esperar el momento, la presunción de la lluvia, la soledad...

jueves, 15 de octubre de 2020

Garza Real


Como casi todas las aves, la garza real pone pies en polvorosa -o alas en la nube, para ser exactos- en cuanto te acercas a la distancia que ella considera prudencial. Sin embargo ésta, distraída en el acertijo que suponían las aguas del Bernesga, me dejó contemplarla durante largo tiempo desde el pretil del puente de piedra que comunica con San Marcos. Luego, cuando ya fue consciente de que unos cuantos transeúntes paraban su deambular para verla en sus negocios se alejó volando, medrosa, a hacerse invisible entre los matorrales de la orilla. 

martes, 13 de octubre de 2020

El reyezuelo


Durante una semana he acudido todas las tardes al Parque de Quevedo en León, en una rutina que me libraba precisamente de una rutina hospitalaria. Todas las tardes se han hecho presentes los reyezuelos listados, pequeños, inquietos, para nada temerosos, con su característico canto y su cresta llamativamente naranja.

El reyezuelo. Sin duda, el más grato representante de la monarquía.

lunes, 12 de octubre de 2020

Mayo


 No hay más patria que los amigos que te esperan. 

domingo, 11 de octubre de 2020

Volar



Entonces
abro los brazos
descuidadamente
y los agito
cada vez más rápido,
 cada vez más rápido, 
cada vez más rápido.
Y vuelo.

sábado, 10 de octubre de 2020

El parque


Todas las tardes camino por el parque entre abuelos solitarios, sentados en los bancos de uno en uno, mirando al suelo, contemplando en las hojas caídas el proceso de decrepitud que nunca reconocerán como propio.

Todas las tardes camino por el parque tomado por adolescentes que gritan a las copas de los árboles con una furia y un alborozo que merecería mejor destino.

Todas las tardes camino por el parque, cruzo hacia la orilla del estanque en el que nadan distraídos los azulones. Saludo a los reyezuelos y a los carboneros y me imagino que ese vuelo inquieto y esos tirabuzones alrededor de mi cabeza son un sencillo modo de amable correspondencia.

Luego salgo por el otro extremo del parque y espero a que llegues, como todas las tardes, en la mitad del puente de piedra.