Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 27 de octubre de 2020

Exploraciones (Día cuarto)


Examino mi cuerpo como si recorriera el mundo.
Aquí una ciénaga, una meseta, un acantilado,
una depresión, o más bien lo que no llega a ser
más que una tristeza profunda, un océano de tristeza.

Un poco más allá, un soplo de aire en el corazón
del bosque o en las montañas de la desesperanza.

Y allí, donde el dolor es el hábito, se alzan los estados febriles,
lugares desolados de impunidad, miseria y espanto.

Sondeo los precipicios, los mundos deshabitados
-espejo de mi sangre-, y los fondos abisales
más allá de las ventanas. Y ahí soy, nada más, una isla
a tiempo completo mientras canto en los abismos.



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