Dice el gobierno desde Barcelona que se trata de un gesto. Y a mí lo de Lluis Companys me parece bien. Que se condene en Consejo de Ministros el consejo de guerra que permitió su fusilamiento por la dictadura franquista, como paso previo a su anulación y a la justa rehabilitación del aquel presidente de Cataluña no significa otra cosa que el gobierno español, tan renuente hasta ahora, puede hacerlo.
No se trata de hacer regalitos a independentistas irredentos como muestra de buena voluntad, sino que es algo de justicia y de ley.
Julián Grimau y tantos, tantos otros, siguen esperando.