Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Punto y seguido.


Debía ser abril de algún año atrás (no recuerdo exactamente). Entonces asistí al primer evento que se celebró en La Vorágine, una charla con una líder indígena centroamericana. Entonces Hugo y Gi, que me hablaban y me hablaban de tan rara librería, aún no se habían marchado al otro lado del océano y yo no imaginaba que habría de volver muchas veces más a ese lugar.
Hoy he querido estar en el último acto de un espacio pequeño, acogedor y, por lo mismo, extrañamente familiar. Una poeta asturiana, que a veces desearía tener otros nombres, leía sus versos (luego ya se cerrará la puerta del cuento). 
Cuando se tranque la cancela, el lugar donde hubo un humilde y sorprendente torbellino, inimaginable antes en la ciudad, vivirá del silencio y dormirá entre los ecos.
En unos días habrá una nueva Vorágine, más grande y con más luz. Y los libros padecerán un poco menos del mal de los relentes. Pero eso, compañeros, será otra historia.

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