Los poetas trabajan con la memoria. La ponen a escurrir hasta que ya no cae una gota. Rara vez la planchan. La guardan sin doblar en armarios para los demás invisibles. Algunos se pasan de rosca y la llaman potencia inferior de los sentimientos, como el cernícalo de Aristóteles. Los más pragmáticos la desarman como un mecano y esperan el momento más oportuno para hacer con ella algo oportuno en el lugar menos inoportuno.
(Fragmento)
Juan Carlos Mestre.
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