Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 27 de mayo de 2022

Unos versos de Szimborska para Sol, que cumple años


Fin y principio.


Después de cada guerra
alguien tiene que hacer la limpieza.
Un mínimo orden 
no se hará solo.

Alguien tiene que apartar los escombros
de los caminos
para que puedan pasar 
carros llenos de cadáveres.

Alguien tiene que hundirse 
en el fango y en la ceniza,
en los muelles de los sofás, 
en las esquirlas de vidrio
y en los trapos ensangrentados.

Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar la pared,
alguien debe poner cristales en las ventanas
y colocar la puerta en los goznes.

Es una labor nada fotogénica
y requiere años.
Las cámaras ya se han ido
a otra guerra.

Otra vez puentes,
de nuevo estaciones.
Las mangas se deshilacharán
a fuerza de arremangarse.

Alguien, escoba en mano,
recuerda aún como era todo.
Alguien escucha
y asiente con la cabeza que no le arrancaron.
Pero pronto, muy cerca,
empiezan a pulular
quienes lo encuentran aburrido.

Alguien todavía a veces
de debajo de una mata desentierra
argumentos oxidados
y los arroja al montón de desechos.

Quienes saben 
la trama de la historia
tienen que ceder
a quienes apenas la conocen.
Y menos que apenas.
E incluso casi nada.

En la hierba que ha crecido
sobre causas y efectos
alguien debe tumbarse
con una espiga entre los dientes
para contemplar las nubes.

                                 Wislawa Szymborska.
  

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