Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 16 de mayo de 2022

La Bajamar


Pero por la frontera, por más que decían, aparte del miedo, no entró nada ni nadie. En realidad, venían del sur y venían del mar y de pronto empezaron a venir de todas partes. Todos nosotros éramos como un solo enemigo. Con sus viejos, sus niños y sus mujeres también. Entonces pasó que un barco de guerra se instaló fuera de la bahía. Lo llamaban "el chulo del Cantábrico". Veíamos acercarse su silueta por la costa y empezaba a soltar cañonazos. Sin parar. Pasó varias veces que alguno daba la voz. Venía del oeste contra los puertos y los pueblos con sus cañones. A lo mejor soltaba cien cada vez que se ponía a disparar. Habían mandado ese barco a sembrar el pánico. Eso era una orden. Y sí lo hizo. Y claro que nos daba terror. Si el barco estaba cerca, los arrantzales se daban la vuelta y la gente se metía debajo del puente del tren o todos juntos dentro de los astilleros porque las paredes eran de metal y estaban ya lejos de la bocana. Las sirenas de alarma saltaban en cualquier momento del día y pitaban durante horas. Y entonces a correr. En el verano de 1936, no paró de dispararnos.

La Bajamar.
Aroa Moreno Durán.
Literatura Random House.



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