Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 29 de agosto de 2024

Aves de Chile: Loica común


Ave propia del Cono Sur americano, llamada loica y también lloica, milico o pecho colorado por razones obvias. De la familia de los tordos, llama la atención precisamente el colorido pecho que le adorna. Localizada la de la imagen en las Torres del Paine.

viernes, 23 de agosto de 2024

La córnea


 La córnea del cíclope mundo.

lunes, 19 de agosto de 2024

Aquí hay gato encerrado

 

                                                    Fotografía de Jesús Titos.

Por favor, den amnistía a micifuz,
líbrenle de su triste penar,
concédanle un poco de libertad
o al menos acérquenle un lima,
un plan de fugas, un serrote
que le dé un mínimo respiro
mientras corta los barrotes.
Háganlo, por dios, por caridad.




viernes, 16 de agosto de 2024

Las tabernas fantásticas

 

La taberna de Galiana, con su enseña del buey borracho -casi un buey portugués, de cuerna amplia y abierta- era muy visitada por los viajeros que iban de la Bretaña a Galicia por el camino de los mares. En la taberna de Galiana hacían los viajeros la última noche de su romería. Se dice que bajo la enseña del buey borracho la taberna tuvo, desde la más remota antigüedad, fama extraordinaria, y que era cosa corriente que en ella sucedieran prodigios. El dueño de la taberna era un bautizado orensano, el Casalón, gordo y reidor, hablador empedernido, algo bebido siempre y buen cristiano. Estaba casado con una moza bretona, hija de un senescal -esto de senescal es algo menos que un juez municipal- y nieta de una sirena morena por los Redón, que era la familia de su madre. La moza era pulida y fina, dulce y de buen talle, la boquita de piñón, los ojos claros y la rubia cabellera aparcada en tirabuzones. Pero tan suave cosa tenía su genio. Era de aquellas que dicen en el país "tiene su rey en León". Ana, la tabernera, hablaba una media lengua galaico-bretona muy graciosa y enamoraba a los viajeros con su melosidad y dulzura. El Casalón quería un hijo, pero Ana no se lo daba. Era esta la única nube que había en el cielo de la taberna de Galiana, porque los negocios iban bien. Por la taberna de Galiana pasaba mucha gente, y los sábados, en amaneciendo, comenzaban a llegar extraños caballeros y damas, sorprendentes viajeros, inusitados mercaderes..., toda la familia de la gente lunática y del trasmundo, que solo viaja en sábado: médicos de Tule, pastores escoceses, canónigos de Ruán y Compostela, almirantes de Bretaña, violinistas italianos, hijas de sirenas, especieros de la Trapobona... El sábado en Galiana era la corte de los milagros y el retablo de las maravillas.

Álvaro Cunqueiro.
La taberna de Galiana.
Ediciones 98.

miércoles, 7 de agosto de 2024

Dostoievski


Leyó:
-El idiota, de Dostoievski. Ya veo que apuntas alto, Nel. ¿Cómo es el cuento este del idiota?
Sorprendido por la curiosidad y el tono amistoso de Duroc, Nel se dispuso a entrar en la obra. Y era un libro de mucho peso, debía de ser bueno, mil páginas o así.
-Es la historia de un personaje muy especial que es príncipe. Tiene muchas virtudes, muchas cualidades, eso parece, y pretende ayudar a toda la gente que se le pone delante, pero lo que hace es estropear la vida de los otros y también...
-Sabías que había un futbolista del Celta que leía a este tipo, al Dostoievski?, Pahíño. Era un delantero macanudo. Un goleador. Lo fichó el Real Madrid. Las ideas le llegaban a los pies. Pero le dio por leer. Eran los tiempos de Franco y un periódico tituló a toda página: "¡El futbolista que lee a Dostoievski!".  Aquello fue una sentencia. Lo habían llamado para el Mundial de Brasil. En el aeropuerto de Madrid, y en el momento de transportar el equipaje para facturar, el seleccionador, que era un militar, gritó: "¡Las maletas que las lleve el gallego!". Y Pahíño no se calló: "¡Las maletas que las lleve tu puta madre!". Quedó en tierra. Se perdió el Mundial. Y España también. Ahora, a mí quien me gustaba era Amoedo. En aquella época no había tanto presumido, tanta foto, y él sacó a bailar a mi madre en un baile en el Morrazo. Se presentó: "Nena, que sepas que estás bailando con el delantero centro del Celta de Vigo". Era un tipo sencillo, Amoedo.

Manuel Rivas.
Vivir sin permiso y otras historias de Oeste.
Editorial Alfaguara.


lunes, 5 de agosto de 2024

La utopía


La utopía del lector
es ganarle a la Parca
una carrera desigual
de libros acumulados.

viernes, 2 de agosto de 2024

Dibujos




Un anciano se debate solo en la habitación de un hospital. 
Lucha con la fuerza de su corazón contra los delirios y el martilleo del tiempo.
Sus armas son sencillas: la memoria y una caja escolar de lápices de colores.
A veces dibuja animales imaginarios en el techo ambiguo de la caverna.