Van a decir los que lean esto que menuda ocurrencia (no hay problema, de ocurrencias están los poemas llenos), pero lo cierto es que a mi esta imagen me recuerda a una escena de la película de King Kong, en blanco y negro (o sea, la antigua), en la cual el pobre simio, acorralado en la ciudad de Nueva York, mira a través de unas ventanas hacia el interior de un edificio hasta que descubre, creo recordar (hace mucho tiempo que no la veo), a la chica rubia, objeto de su amor, que creía perdida.
Salvemos todas las distancias. Esta fotografía está tomada en el pueblo de Guadalupe (Cáceres) muy cerca del visitado monasterio. Y ella, tan apresada, tan inquietante, tan hermosa, me observa.

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