Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 26 de mayo de 2010

Otras músicas

"Ése era el elemento del otro Greenwood que más desquiciaba a Luther: esa música. Bastaba con oír unos pocos acordes para saber que era blanca. Chopin, Beethoven, Brahms. Luther se los imaginaba perfectamente: sentados ante sus pianos, tocando en una gran sala de suelos abrillantados y ventanas altas mientras los sirvientes se movían de puntillas alrededor. Era una música creada por y para hombres que azotaban a sus mozos de cuadra y se follaban a sus criadas e iban de cacería los fines de semana para matar a animales pequeños que nunca se comerían. Hombres a quienes les gustaban los aullidos de los sabuesos y la huida repentina de la presa. Volvían a casa, hastiados de una vida sin trabajo, y componían o escuchaban música como ésa, miraban los cuadros de antepasados tan faltos de esperanza y tan vacíos como ellos, y sermoneaban a sus hijos sobre el bien y el mal.
El tío Cornelius se había pasado la vida trabajando para hombres así antes de quedarse ciego, y el propio Luther había conocido en su día a unos cuantos, y de buena gana se apartaba de su camino y los dejaba a su aire. Pero no soportaba ver allí, en las caras morenas de las personas reunidas en el comedor de la casa de James y Marta Hollaway en Detroit Avenue, el deseo de beber, comer y enriquecerse como blancos".


Cualquier otro día.
Dennis Lehane.
RBA Libros.

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