Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 22 de mayo de 2012

Abrir la calle



Por esa calle, casi sin querer,
pasa un perro cojo y asustado,
ovejas que se comerán el mundo,
un anciano ilustrado, en una mano una azada
y en la otra los versos del capitán.
Pasa Sol a los cuatro años.
Pasa el viento, la soledad hecha silencio,
un guardia civil sin destino
y el destino del emboscado.
Por esa calle, casi sin querer, 
pasa Sol a los quince años.
Pasa un jardinero inglés
y una abuela que aún no sabe
que lleva una marca olímpica en sus piernas.
Pasa Abril y pasa Mayo.
Pasa un hombre que se marcha
tras vender todas sus vacas,
pasa el pasado
y no llega el porvenir.
Pasa Sol a los veintisiete años.
Por esa calle, casi sin querer,
pasan volando alimoches y ruiseñores
como pasa el tiempo volando.
Pasa la vida de puntillas
y pasa el ruido de la muerte.
Pasa la ausencia como un vértigo.
Sol a los treinta y nueve años.
Por esa calle pasan las horas del día
y el rigor de la noche indescifrable.   

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