Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 18 de julio de 2023

El efecto Rimbaud








A la sombra de Rimbaud, el joven poeta francés, me la he encontrado inopinadamente en las dos últimas ocasiones que he visitado el continente africano.  
Hace unos cuantos años estuve en Harar, una ciudad de Etiopía (la antigua Abisinia), en la que Arthur Rimbaud vivió como traficante de armas cuando dejó de vivir como poeta. Visité una casa de la ciudad en la que se había montado un pequeño museo con los pocos rastros que el ex-bardo había dejado por allí en su camino a la decadencia. Ni siquiera hay evidencias de que esa casa fuera la que realmente habitó.
Hace una semana volví a encontrarme con su estela cuando caminaba por el interior del templo egipcio de Luxor (la antigua Tebas). De pronto en lo alto de un muro me encontré con un doloroso graffiti con su apellido. Dudé, la verdad es que dudé, pero acabé convenciéndome de que existían muchas posibilidades de que el grabado hubiera sido hecho por la mano del poeta francés. Y parece que así fue, en un viaje "cultural" que hizo a Luxor en algún momento desde la mencionada Harar.
Me cuesta mirar este pecado con los ojos de hoy. Y más cuando los nombres de infinidad de viajeros y soldados aparecen en cantidad de templos de todo Egipto a lo largo del siglo XIX (fotografié unos cuantos ejemplos). Dado el detalle y la calidad artística con la que se cincelaron muchos de los nombres, parece que no existía la prisa ni la culpa, ni siquiera la vergüenza. Supongo que porque no estaba socialmente penado como ahora (y eso que he visto por los museos de Egipto, y por parte de turistas sin escrúpulos, faltas de respeto al arte que hacen sonrojar).  
Cada uno quiso dejar su impronta y perpetuar tontamente su nombre, como hizo Rimbaud, al que parece que no le bastaban sus versos para pasar a la historia. 
De siglos anteriores también existen graffitis, como el de los fieles coptos que pretendieron imponer su religión sobre las creencias de los antiguos faraones.
¿Motivos?. Puedo imaginarme todos en tiempos pasados. ¿Pero qué diablos hacen José María y Pepi informándonos de sus amoríos con fecha 8 de julio de 2023?

4 comentarios:

  1. Los que realizaron esas inscripciones de paso no se sentían deudores ni reconocían las creaciones de las culturas de la Antigüedad. Probablemente miraban con soberbia y acaso desprecio todas aquellas obras. Como todo había sido superado por la modernidad...Si a eso le sumas que probablemente la mayoría de los lugares no tenían protección alguna ni existían leyes que castigaran, y que quienes cometían su tropelía particular se sentirían superiores frente a los ciudadanos de esos países, se puede decir que tenían barra libre. Así se retrataban también en su incultura, tal vez una expresión más del imperialismo y/o colonialismo de los últimos siglos.

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    1. Completamente de acuerdo con tu comentario. Las inscripciones que he recogido, realizadas a lo largo del siglo XIX, corresponden a nacionales de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia e incluso Grecia. Al margen de este último, el resto de los países significativamente colonialistas, y por tanto no es de extrañar una postura de superioridad. Otra cosa son las inscripciones de siglos anteriores de los cristianos coptos o de los musulmanes. Estos últimos se limitaban a destrozar los rostros de las imágenes, obedeciendo así a una cuestión igualmente criticable, pero meramente religiosa.

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  2. El temas de la destrucción por parte de los cristianos de los primeros siglos se trata en el libro "La edad de la penumbra", autora Catherine Nixey. Espeluzna ver la barbarie de aquellos sectarios. Acuérdate la persecución de que fue objeto Hipatia de Alejandría, por ejemplo. No te cuento la destrucción de edificios, estatuas o bibliotecas.

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  3. Gracias por la cita del libro. Por lo demás, pienso que cualquier creencia que se considere por encima de otras (sectarismo) incurre en esa barbarie que mencionas. No hay que olvidar que en muchos templos y tumbas egipcias los rostros humanos de las esculturas y de las pinturas han sido machacados hasta su práctica desaparición. Y a eso han contribuido también otras religiones.

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