Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 17 de julio de 2023

Orlando


Largo tiempo sumido en hondas reflexiones, sobre el valor de la oscuridad, y la dicha de no tener un nombre, y ser como la ola que regresa al profundo cuerpo del mar; pensaba, Shakespeare debió escribir de esa manera, y los constructores de iglesias, construir así anónimamente, sin necesitar agradecimiento ni fama, con sólo su trabajo durante el día y un poco de cerveza por la noche. "¡Qué vida admirable es ésta! -pensó desperezándose bajo la encina-. ¿Por qué no gozarla ahora mismo?" La idea lo golpeó como una bala. La ambición se hundió como una plomada. Libre de la congoja del amor rechazado, y del despecho y de todos los demás aguijones y punzadas que el erial de la vida le clavó cuando codiciaba la gloria, pero que ya nada podían contra él, abrió los ojos, que habían estado abiertos todo ese tiempo, pero que no habían visto más que pensamientos, y vio a sus pies, en la hondonada, su casa.

Orlando.
Virginia Woolf.
Debolsillo.

 

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