Afuera preocupaciones,
que se caigan por la borda.
Que el río se lleve lejos
las funestas consecuencias
de los actos de los pérfidos.
Y que cuelguen de los árboles
como espectros y estandartes...
sus pasiones y monedas.
Que los vientos los confundan
y que venga a mí el placer
de verlos arrodillarse
ante débiles y justos.
Que sea así por los siglos
de los siglos venideros,
ahora, mañana y también
cuando el cielo los aplaste
y yo me alivie de vivir.
MCH
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