Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 9 de abril de 2010

Irónicas

Parece ser que las fuerzas antidisturbios, completamente desarmadas, pacíficamente, y en el cumplimiento de su deber, han disuelto una manifestación en el Barrio del Cabanyal de Valencia con la mayor de las delicadezas (vamos, lo normal).

La algarada que se menciona la ha protagonizado un número indeterminado de elementos perniciosos que va contra el progreso de la ciudad y de sus esforzados mandatarios, y que además muestra una particular falta de generosidad ante el derribo de casas (las suyas) ordenado por la insumisa, enorme y, a la vez, preocupada alcaldesa.

Las fuerzas del orden no contentas con sugerir a los manifestantes que se hicieran humo (o tal vez, polvo de escombro, en este caso) mientras reconvenían su deplorable acción, les acompañaban a sendos autobuses que iban dejando a cada uno, sano y salvo, en las viviendas que ya no tienen.

Este proceder tan piadoso, a la vez que profesional, muestra al mundo sin ningún género de dudas, cuan adelantados se encuentran en este país nuestros dirigentes y los profesionales de la seguridad, la ley y la justicia en materia de libertades y Derechos Humanos. Brindemos por ello.

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