Acudo durante tres días a un taller de escritura con bastante curiosidad. Y reconozco que me lo he pasado bien. Al final se nos pide, como ejercicio, la descripción de un personaje a través de su casa o de los objetos que hay en ella. Y éste es el resultado antes de las correcciones de la puesta en común:
Mi casa, para que nos vamos a
engañar, es un lugar de dinero. Es moderna y muy funcional. Ya saben: pocos
objetos y muchos cristales. Si algo tuviera que decir en su contra es que, tal
vez, sea un poco pequeña, pero para mí solo no necesito más. En un habitáculo tengo todo lo imprescindible, porque hay que ver cómo es la
imaginación del ser humano. Que alcoba, pues alcoba. Si necesito comedor, tengo
comedor. Pero, eso sí, para orinar salgo a la calle, que no hay nada más
gratificante que abrirse la bragueta mirando a las estrellas.
Hasta espejo para acicalarme
tengo cuando me asomo a la pantalla del cajero.
Si lo desean, otro día puedo
hablarles de mi vivienda de verano. También es de mucha pasta. "El banco del
parque" la llamamos.
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