Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 23 de marzo de 2015

En el taller

Acudo durante tres días a un taller de escritura con bastante curiosidad. Y reconozco que me lo he pasado bien. Al final se nos pide, como ejercicio, la descripción de un personaje a través de su casa o de los objetos que hay en ella. Y éste es el resultado antes de las correcciones de la puesta en común:


Mi casa, para que nos vamos a engañar, es un lugar de dinero. Es moderna y muy funcional. Ya saben: pocos objetos y muchos cristales. Si algo tuviera que decir en su contra es que, tal vez, sea un poco pequeña, pero para mí solo no necesito más. En un habitáculo tengo todo lo imprescindible, porque hay que ver cómo es la imaginación del ser humano. Que alcoba, pues alcoba. Si necesito comedor, tengo comedor. Pero, eso sí, para orinar salgo a la calle, que no hay nada más gratificante que abrirse la bragueta mirando a las estrellas.

Hasta espejo para acicalarme tengo cuando me asomo a la pantalla del cajero.

Si lo desean, otro día puedo hablarles de mi vivienda de verano. También es de mucha pasta. "El banco del parque" la llamamos.

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