Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 18 de marzo de 2019

Morning Star

¡Oh, Mar Océano! Algunos encontraron en ti una tumba transparente, impenetrable a las miradas. Pero no eras más que nuestro instrumento de trabajo, vieja extensión de agua mugiente, mar de los trópicos; la mesa donde el artesano remata su obra, mar indispensable para nuestras acciones realizadas bajo el pabellón negro. Mar, tú conservas los restos de mis amigos, marinos a los que la muerte convirtió en cómicos títeres descompuestos; a lo largo de tus misteriosas corrientes arrastras el cortejo de ahogados sin energía; bajo el claro de luna, ridiculizas los cuerpos despedazados de aquellos a los que alimentabas. ¡Mar! Fuerza sin pasión, con tu enorme cortejo que reencontramos de siglo en siglo.
¡Oh, mar! Embellecida por la Cruz del Sur y por los inmensos mástiles y el fúnebre pífano del Holandés Errante. ¡Inquietantes compañeros de la leyenda marina con que los marineros y los caballeros de fortuna adornaron los áridos desiertos de tu gimiente inmensidad!

Pierre Mac Orlan.
A bordo de la Estrella Matutina.
Ikusager.


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