Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 9 de julio de 2020

Espinitas en el corazón

Me quedé atrás, caminando por un sendero del Parque Nacional de Huerquehue, porque me había entretenido unos minutos a la orilla de un lago de montaña pintando una acuarela. Enormes araucarias hacían más ínfima mi estatura, y el bosque, a la vez que un fugaz e ilusorio sentimiento de soledad, amenazaba con tragarme de un momento a otro.
De repente, desde la rama de una de las araucarias que había delante vi volar hacia mi una mancha negra con un estrepitoso destello rojo sobre la frente.
Decidí en décimas de segundo que la fotografía de aquel pájaro carpintero que la fortuna me ponía en las manos había que hacerla.
Cambié la mochila de la espalda al pecho.
Abrí la cremallera.
Saqué la cámara.
Activé la batería.
Miré por el visor.
Enfoqué el objetivo.
Y antes de apretar el disparador, el aire de un vuelo silencioso me rozó la frente con la caritativa suavidad de las oportunidades perdidas. 

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