Tal vez empezaba a darse cuenta de que tenía un arma en la mano, por eso aquellas caminatas se iban convirtiendo, cada vez más, en un punto de fuga personal, una manera propia de asomarse al mundo, un poco asombrada todavía, quizá demasiado contradictoria. La manera de mirar es también la manera de pensar y de encarar la vida. Más que ninguna otra cosa deseaba aprender y cambiar. Era la ocasión perfecta para hacerlo, el instante en el que todo estaba por suceder, en que el rumbo de la vida todavía podía modificarse. Muchos meses después, en la alta madrugada de otro país, bajo el tableteo de las ametralladoras a cinco grados bajo cero, se acordaría de ese momento inicial cuando la felicidad era salir de caza y no matar al pájaro.
Susana Fortes
Esperando a Robert Capa.
Planeta.