Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 15 de febrero de 2010

El país del agua

Vietnam es un hermoso país que ha padecido en exceso. Anoche tuve la oportunidad de ver por televisión un reportaje que presentaba un pequeño, pero intenso, muestrario de las consecuencias de la guerra contra el americano impasible. Resulta muy difícil de digerir el compendio de imágenes sobre los resultados de la dioxina en cuerpos sufrientes, aún hoy en día.
La dioxina es, según relatan, un componente de los productos químicos, como el agente naranja, que el ejército de Estados Unidos propagó de manera intensiva por territorio vietnamita hasta 1975 con el fin de deforestar el país y, de ese modo, eliminar la vegetación selvática, principal protección de las tropas del Vietcong. Debe ser que la falta de cordura no vio más allá. El caso es que aún hoy muchas zonas del país continúan contaminadas y, como consecuencia, a través sobre todo del consumo de agua, el efecto perverso en el cuerpo humano permanece generación tras generación.
Resulta paradójico y sangrante, además, que el gobierno de Estados Unidos se haya visto abocado a reconocer los efectos de esos productos químicos en aquellos de sus soldados que estuvieron en contacto con los mismos, así como en sus descendientes, siendo por ello obligado a pagar importantes cantidades de dinero en indemnizaciones, pero al mismo tiempo que, administración tras administración estadounidense, da igual que sea republicana o demócrata, haga machaconamente oídos sordos a las justas reclamaciones de las víctimas del otro lado.
Vietnam es un país hermoso…Hace años cuando lo visitamos Sol lo bautizó, por su abundancia, como el país del agua.

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