Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 17 de febrero de 2010

La Luna de Jaime Sabines

La Luna

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.


Jaime Sabines.
Chiapas-México (1926-1999)



Nota:
Hace 9 años por estas fechas estábamos a punto de viajar a México para irnos de marcha... de marcha zapatista, se entiende.
En San Cristobal de las Casas encontré una camiseta adornada con los primeros versos de este poema. A pesar de que guardo buenos e innumerables recuerdos de aquellas jornadas sirva este poema de recordatorio y homenaje para un movimiento que continua siendo tan hermoso hoy como esperanzador entonces.

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