Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 25 de marzo de 2010

Pájaros

Salgo de casa con los prismáticos camino de la marisma para observar pájaros. Apenas nada. En medio de la ciénaga dos garzas reales impasibles. A su alrededor rebuscan en la balsa algunos zarapitos. En la techumbre caída del abandonado molino de mareas un busardo se repliega tras la hojarasca. Escucho entre los árboles diversos cantos que no identifico bien, entre ellos quizá el de un autillo. No lo sé, soy todavía un pardillo en estas lides. De regreso, un mosquitero vuela entre las ramas como burlándose de mi vano intento. Mayo, mi perro, como un carbonero entre la hierba, corretea espantando bisbitas. Él, que cuando se pone social apenas me hace caso, es otro pájaro de cuenta.

1 comentario:

  1. Mire que yo vivo en una ciudad mediana y desde mi balcón el pájaro más interesante que he podido ver es una urraca. No uso prismáticos y como cada vez veo peor me cuesta discernir entre pájaros de cuentas y hormigas gigantes carnivoras. De noche se ven los carroñeros y los rapaces que se ocultan durante el día. Y si el ayuntamiento lo dispone, suenan estruendos y cacofonias que perturban el sueño de los estorninos que crean enormes manchas en el cielo en su huida con retorno.
    Antes que salga el sol, todo empieza de nuevo.

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