Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 30 de marzo de 2010

Sobre la utilidad práctica de la poesía

Por ahí una vez le preguntaron a un poeta qué quería decir tal verso suyo, y el tipo contestó que al momento de escribirlo sólo Dios y él sabían su significado, pero que ahora sólo Dios lo sabía. (...) y aunque al principio esa respuesta le pareció una ingeniosa manera de esconder un fracaso poético, ahora ya no estaba muy seguro de ello. Y es que a veces le daba por pensar que Dios mismo, cuando creó al hombre, tenía clarísima la idea de fondo, pero que al correr del tiempo se le olvidó por completo. "Y ahora resulta (...) que no somos sino un voladísimo verso escrito por el Supremo Hacedor, un caótico verso libre que ya ni siquiera Él sabe que mierda quiere decir".
Brando Taberna (...) se puso a decir que en el último tiempo le estaba dando por preguntarse sobre la utilidad práctica de la poesía. Y que al no hallar respuesta coherente le venía la loca idea de crear poemas que tuvieran alguna ventaja concreta, sin perder por supuesto su valor espiritual; poemas que, además de geniales y delirantes, fueran mágicos, fueran poemas conjuros, poemas como esas plegarias con las que los indios hacían llover.
-Sería lindo, por ejemplo (...) escribir un poema para despiojar niños (...). O escribir un poema para quitar las espinillas, o uno que sirviera de anticonceptivo, o uno para abrir el apetito...
-Ese ya lo escribió Neruda -lo interrumpió ceñudo Cristo Pérez-. Se llama "Oda al caldillo de congrio". Y yo te digo que por ese sólo poema ya el viejo se merecía el Premio Nobel.
-Un poema para caminar sobre las aguas sería grandioso -continuó desvariando Brando Taberna (...). O un poema para hacer sonreir a los policías, o uno que sirva para lavarse la camisa sin sacársela. ¡Qué se yo!
.
.
Canción para caminar sobre las aguas.
Hernán Rivera Letelier

No hay comentarios:

Publicar un comentario