Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 6 de diciembre de 2014

Poeta Sentado

Asisto a un recital en el que el poeta cuenta que, al comienzo del viaje que le ha llevado hasta allí, le ha desaparecido el equipaje (cosa muy de poetas, por otra parte) y, con él, sus poemas.

Por eso sostiene, ahora, en sus manos cuatro hojas escasas como garzas inquietas, a punto de echarse a volar.

Pero el poeta no quiere verse obligado a contar el tiempo, ni a que los versos sean como sueños en estado de evaporación o sonidos abismados rebotando en las paredes de un pozo, y luego un eco y nada más.

El poeta, entonces, con sus cuatro hojas blancas salvadas de las aguas, lee como un prestidigitador que va extrayendo prodigios, pañuelos anudados, aves que levantan las alas.

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