Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 10 de junio de 2011

Pasen y vean

A mi amigo Hugo, que a veces le da por escribir historias que te dejan sin aliento, le han dedicado espacio bajo el título de PASEN Y VEAN en un blog que tiene por nombre “Previsiones meteorológicas de un cangrejo”. Si alguien siente curiosidad puede entrar al mismo a través de un enlace a la derecha llamado “Sibreve” que es su propio blog (doy todas estas indicaciones para aquellos que no adviertan mi propia incapacidad informática para colocar esos enlaces tan bonitos, que los pinchas y te llevan de paseo de blog en blog).
Hugo, que tocando fibras sensibles cuando escribe no tiene igual, se ha fabricado una presentación de sí mismo que si no es antológica lo parece. Por eso, aunque sea sin su permiso (y así vamos a estar empatados), me atrevo a colocarla a continuación de este introito. En ella, el interfecto va explicando lo que tiene, que como él sabe es mucho (aunque se haya dejado cosas en el tintero). Y aunque a veces lo pueda poner en duda (porque es inteligente), debería saber que, por lo que tiene y por lo que no tiene, es un hombre con suerte.
Y como él se basta para decir lo que tiene, a botepronto se me ocurren algunas cosas que no tiene:

Ni dobleces, ni dobladillos, ni dobles fondos, ni cuartos oscuros.
Ni enemigos que le ladren, ni amigos que conspiren.
Ni cartas marcadas, ni trampas para osos, ni señuelos.
Ni palabras de menos, ni cuentos de más.
Ni silencios cuando calla.
Por no tener, no tiene ni combustible que avive la fogata de la vanidad.



PASEN Y VEAN

Tengo un carácter gris como Santander, la ciudad en la que me nacieron, en la que crecí y aún hoy decrezco.

Tengo varios fantasmas que me habitan y a los que habito.

Tengo, como todos, algún muerto en el armario.

Tengo (y me tiene) una mujer.

Tengo una familia que no merezco.

Tengo un puñado de amigos que son buena gente.

Tengo un sobrino guay y una sobrina política también guay.

Tengo una gata a la que diagnosticaron el síndrome del tigre y recetaron ansiolíticos que no le dimos.

Tengo el brazo siempre lleno de arañazos.

Tengo miopía y la cabeza gorda.

Tengo un reloj de bolsillo.

Tengo seis ejemplares de la Hora de España que me da miedo leer.

Tengo admiración por Miguel Hernández y la duda de por qué ahora a los juntapalabras de 31 años se les dice “jóvenes escritores”.

Tengo un blog.

Tengo escritos ciento diecisiete CAPÍTULOs UNOs de mi novela y ciento diecisiete hojas donde sólo pone CAPÍTULO DOS.

Tengo rabia social contenida. Cuidado, es contagioso, a mí me lo pegó una buena amiga. Y una vez que entra en el organismo, sigue creciendo.

Tengo la esperanza de que, alguna vez, la mayoría nos preocupemos no en vivir de pie y sí de que vivan en pie quienes están a nuestro alrededor.

Tengo también cada vez menos escrúpulos en decir que a los otros, a los que se empeñan en caminar sobre las cabezas de los demás, habrá que pasarlos por la quilla.

Tengo en estos días miedo, pero tengo esperanza.

Tengo tristeza, pero esperanza.

Tengo frío, pero esperanza.

Tengo prisa, pero tengo luego un rato… ¿Nos tomamos una cerveza?



HUGO CUETO

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