La semana pasada me dejé caer por la extinta capilla de mi barrio (ahora que ya no sirve para misas se pone cada vez más interesante). Algunos amigos están recopilando fotografías de la historia del Barrio San Francisco y de sus vecinos, y, además, las están proyectando en diversas sesiones con notable éxito, según me parece. Las personas que acuden celebran como una fiesta cada fotografía en la pantalla, intentando reconocer rostros, propios y ajenos, que se han hecho antiguos sin apenas darnos cuenta.
El ejercicio es interesante porque nos ha obligado a rebuscar en nuestras estampas del pasado y a presentarnos allí con nuestras cajas de cartón para zapatos o aquellas otras de lata que anuncian una, más que probable, caduca marca de dulce de membrillo de Puente Genil. Pero lo importante, sobre todo, es que la excusa sirve para que después de cada sesión nos demoremos, como antaño, en nocturnas conversaciones entre portales, aprovechando que la primavera viene templada.
La fotografía que acompaña tiene 30 años y está tomada antes de que la vida, a muchos de nosotros, nos colocara enfrente la cara adulta de los problemas y nos llenara, por contra, el equipaje de experiencia y/o mala leche. Entonces algunos teníamos veinte años y ya se sabe, aunque parezca de Perogrullo, que lo malo (o lo bueno) de ser joven es que has vivido poco.
Y lo bueno de verlo treinta años despues, no se te olvide, es que ya has vivido lo suficiente...
ResponderEliminarY lo guapos y guapas que estabamos...
Lo cierto es que no estábamos mal aunque, en mi caso, el aspecto de sospechoso me ha acompañado durante mucho tiempo. Probablemente por el secular prejuicio de este país hacia las barbas y por la escasez de miras de aquellos que tenían por costumbre pararme en cualquier control de carretera.
ResponderEliminarHoy en día, dada la variedad de aditamentos, imagino que pasaría sin pena ni gloria. Amén de que, por lo que se ve, los malhechores suelen ser, más bien, gente rasurada y de impecable factura.
Madre mia y tuya, creo que tendre que darme mas paseos por Miengo. Estoy mirando la foto y no puedo reprimir un hilillo que cae por mi mejilla.Un abrazo y salud para extrecharlo.
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