Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 12 de agosto de 2013

Como una bandera

No sé en otros lugares, pero en mi tierra un bardal, además de un matorral, es el apelativo, tirando a bondadoso, que se aplica a lugar (o persona) que está (o es) descuidado, desordenado y sucio.
Ejemplos de bardales he conocido unos cuantos (empezando por uno mismo), y a veces una característica como ésta se llevaba muy a gala (a pesar de los pesares). Es decir, como una bandera.
No voy a ser yo, a estas alturas, el que haga de abogado del diablo, porque además he de reconocer que ser un bardal es bastante incómodo, cosa que he experimentado en unas cuantas ocasiones en la vida cotidiana y en el mantenimiento de la mochila (juro que la condenada parecía tener vida propia) a lo largo de viajes y excursiones de montaña.
La prenda que aparece en la fotografía no me pertenece, pero la vi partir una semana atrás, nuevecita, dentro de un equipaje hacia un campamento de verano, y también he sido testigo de su regreso, un tanto perjudicada.
Las nuevas generaciones (y no estoy hablando de cachorros políticos) siguen prometiendo.
Eso sí, el campamento, a la vista está, estupendo.  

2 comentarios:

  1. Donde quedaron los tiempos de Bardalaxia: el desorden hecho tienda, la amistad enroscada en un saco, las noches largas y llenas de susurros, los días plenos de niños incansables.

    Veo que le Mac-Casimiro sigue dentro de tí y no olvida. Me alegro. En efecto:
    Cuando volvamos seremos otros.
    Pero a la vez tornaremos los mismos.

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  2. El discreto encanto de Bardalaxia queda en la memoria de los que allí estuvimos.
    Y en realidad las noches estaban llenas de murmullos. TUS murmullos.

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