He de reconocer que todos los pájaros tienen para mi su encanto. No obstante, de los que se pueden contemplar por estos lares, los hay que son particularmente hermosos: el martín pescador, el abejaruco, el reyezuelo... Sin embargo, y tal vez por lo complicado de observar, el tímido camachuelo se lleva la palma. Toda una sorpresa el que se posara durante un rato en un árbol frente a mi cuando volvía de una jornada de sequía pajarística. Una buena manera de regresar contento a casa.
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