Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 31 de marzo de 2021

Premonición

                                                                                                        Para C.G.V.

Una de estas madrugadas me desperté bruscamente preguntándome por el paradero de alguien que hacía mucho que no veía. No suelo permitirme licencias con las premoniciones ni con asuntos inexplicables. Los misterios son para mí solamente cuestiones de las que no tenemos todos los datos. Pero lo cierto es que me desperté sin causa aparente y a una hora en la que todavía debería estar dormido.

No obstante, permanecí  aún durante un rato en la cama, con los ojos abiertos, observando cómo las luces del amanecer se desplegaban tímidamente, conquistando poco a poco rincones hasta entonces inexplorados de la habitación.

Ella, o el recuerdo de ella después de tanto tiempo, se había introducido inopinadamente en mi cabeza, así que me levanté y busqué su rastro por internet. Apenas había nada. Solamente una esquela fúnebre de un periódico de la región que decía que era jubilada de la empresa en la que nos conocimos y que había muerto en una ciudad del Mediterráneo ocho meses antes.

Ella fue mi primera jefa cuando yo era aún un joven primerizo e inexperto y he de confesar que nunca después tuve otra como ella.

Ante la imagen desoladora del ordenador no me quedó más remedio que evocar un pasado de treinta años antes.  Conversaciones entre tarea y tarea como si fuéramos amigos, como si no hubiera una distancia de edad y de vida entre ambos, con esa cercanía que propicia la mutua simpatía.

La perdí de vista cuando se jubiló o al poco tiempo y la verdad es que no me había vuelto a acordar de ella, salvo en cuestiones muy puntuales o en cada vez conversaciones menos habituales entre compañeros de la época. Hasta la sinrazón de esa madrugada premonitoria. Pero aquí está desde ese momento, paseando por mi cabeza, con sus años y su hermosura de entonces. Con esa voz que ahora rememoro.

 Ella, la que me cuidó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario