Convengamos que el somormujo lavanco lo tiene todo elegante salvo el nombre en castellano.
Y lo digo sabiendo de antemano que la "elegancia" es una característica meramente antropológica. Es decir un término, como otros, que el ser humano, en su vasta capacidad de dominación, atribuye al resto de los animales, o al menos a algunos, siendo como es que a la fauna le importa un pimiento morrón lo que nosotros opinemos de ella.
No obstante, dentro de nuestros parámetros, el somormujo es un ave realmente elegante.
En las Tablas de Daimiel he tenido la oportunidad de admirarlo de cerca. Y algo inédito para mi, comprobar cómo transporta en el lomo a sus simpáticas crías (ven, "simpáticas", otro término fabricado a nuestra exclusiva medida, vayapordiós).