Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 15 de marzo de 2013

Cuento de Adormideras para ir al circo y varios ripios

Subo la cuesta camino de la asamblea que hoy me toca dar
                   y voy pensando en la masa salarial
Subo esforzadamente la cuesta
                   y voy calculando lo que me resta:
¿el bocado de la hipoteca? ¿cuánto hasta el retiro? ¿años al desempleo?
Subo la cuesta ensimismado con este panorama que pinta tirando a feo.

Pero bajan dos paisanos enredados en el tema de la mañana,
que si el madrí que si el barsa, que si alguno triunfa, españa gana
(a falta de pan que no nos falte el circo)
Y dos señoras a la puerta del colmado se alegran de lo franco que es el papa,
tanto, tanto que, a poco que se descuide, por patagonia se sale del mapa,
que si viaja en metro y paga sus facturas este clérigo argentino,
que por lo demás con eso, casi, casi cumple como todo hijo de vecino.

Y entonces me desvío de lo que mi cabeza va pensando,
¿para qué tanto trajinar?
¿en dónde la reforma laboral?
¿cuándo el deshaucio de uno mismo?
Y es que ya lo dijo Marx (Carlos, el primo alemán de Groucho)
cuando mencionó el estupefaciente de los pueblos.
Y claro lo tenían los romanos cuando alababan los beneficios del circo.
Y hasta León Felipe Camino,
que ya no quería más cuentos.

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