Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 27 de abril de 2013

Perder

A los doce años comencé a jugar a balonmano; y más o menos hasta los dieciseis o diecisiete continué practicándolo con asiduidad y placer, aunque con más pena que gloria en lo tocante a resultados. Creo que una vez fuimos segundos de grupo.
Hoy mi sobrina, que tiene catorce años, ha perdido una final y lloraba, como la mayor parte de sus compañeras, de forma desconsolada. Y yo, que me he bandeado en la derrota deportiva (y en las otras) como pez en el agua, he tenido que ir a aplicar unos besos y unos abrazos con cordura. 
Es cierto que tiene mala imagen el perdedor, pero también es verdad que habitualmente la dibuja el que gana (cuando no sabe ganar). Por eso creo que es una lección importante, a la hora de vivir, aprender a perder para llegar alguna vez a saber ganar. Aunque esto último sea mucho más divertido... y efímero.
Y además, ella, tiene todo el tiempo por delante.

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