Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 16 de septiembre de 2024

El 47


Creo que no estropeo los acontecimientos que se suceden en la película si cuento que la historia comienza de noche y en un lugar montuno y arisco de los arrabales de Barcelona. Allí, el germen de lo que será una comunidad vecinal de inmigrantes andaluces y extremeños se afana noche tras noche en construir unas chabolas que la permita asentarse en lo que considera una ciudad próspera, muy alejada de un sur del que todos ellos se sienten expulsados por motivos económicos y, en muchos casos, también políticos. Son los años cincuenta. 
Parece ser que existía una norma en ese tipo de construcciones según la cual, si al amanecer la vivienda tenía techo no podía derribarse. Con la salida del sol, cada día aparecía por el lugar la policía a caballo junto a una cuadrilla de peones armada de mazas, dispuestos a derribar lo construido que no se atuviera a la ley (probablemente no escrita) de los tejados y de las cubiertas.
Manolo Vital, el protagonista, tras una noche de construcciones frustradas y una madrugada de derribos, de forma enérgica les dice a sus convecinos que desde entonces en adelante construirán y finalizarán entre todos una casa en lugar de laborar cada familia en la suya de forma individual. A la mañana siguiente la que se va frustrada es la autoridad.
Ahí es cuando el que esto escribe se empezó a emocionar.
Desde ese momento, a lo largo del metraje, no podía por menos que recordar nuestra propia historia de lucha vecinal en los años setenta y ochenta. Aunque los hechos eran diferentes, había tantas y tantas similitudes en la dedicación y en el coraje, aunque también en las debilidades y las disputas, que todo el rato me venían a la memoria los rostros de mis propios vecinos y de la fe poco menos que inquebrantable en el bien común de la mayoría de ellos. Héroes anónimos de mi barrio y de otros barrios de las Españas todas. 

martes, 10 de septiembre de 2024

Morandé 80




Hay unas imágenes icónicas del 11 de septiembre de 1973 en Santiago de Chile en las que, por la puerta del Palacio de la Moneda que da a la calle Morandé 80, se ve salir al presidente Allende, armado y con casco militar, acompañado de varios miembros del GAP (Grupo de Amigos Personales). En realidad, su escolta. Tanto el presidente como sus guardaespaldas miran al cielo; se supone que atentos al vuelo de los aviones golpistas que estaban atacando el palacio presidencial. Muy poco tiempo después muchos de ellos, incluido Salvador Allende, estarían muertos.
En febrero de este año visité por tercera vez en el lapso de casi veinte años los alrededores del Palacio de la Moneda. Y digo los alrededores, porque esta vez tampoco pude entrar a visitar su interior. Diferentes circunstancias lo han hecho imposible en cada ocasión. La primera porque estaba un montón de gerifaltes reunidos con ocasión del famoso "¿por qué no te callas?" de un rey al que nadie había elegido hacia el presidente democrático de un país latinoamericano. En la segunda hubo otro evento que no recuerdo, pero que también impedía el paso a los turistas visitantes. Y la tercera por la cerrilidad de una encargada del acceso que no respondía a estímulos ni a explicaciones razonables que me producen hastío contar.
Mientras me alejaba esta última vez precisamente por la calle Morandé, prometiéndome no intentarlo jamás por muchas veces que regresara a Santiago, me decía a mí mismo que ojalá hubieran tenido el acceso tan difícil como yo aquellos que, a partir de ese 11 de septiembre, inundaron de sangre Chile y de dolor también a los que desde esta parte del mundo añoraban la libertad que allí estaban perdiendo.  

lunes, 9 de septiembre de 2024

Desmemoriados


 Desmemoriados festeja su décimo aniversario

Los Castos actuarán en la nave de la Asociación Octubre en Sierrapando, Torrelavega
El viernes 27 de septiembre a las 20:00 h., el colectivo Desmemoriados, Memoria Colectiva de Cantabria, celebrará en la sede de la Asociación Octubre en el barrio de Sierrapando, Torrelavega, la fiesta de su décimo aniversario.
La colaboración entre las asociaciones Octubre y Desmemoriados, cada una desde su ámbito, viene desarrollándose desde hace algunos años resultado de planteamientos y afinidades comunes.
El centro de la fiesta será la actuación de Los Castos, grupo que acredita once trienios de música y parranda tocando vallenatos, cumbias, corridos, rancheras, tangos, son cubano… Eclecticismo sin papeles que salta fronteras en un tono rigurosamente bullicioso.
El pase, abierto a todos los públicos, tiene un coste de 5 € público general y 3€ para los socios.
La asociación comúnmente conocida como Desmemoriados se formó en el otoño de 2014 resultado de la confluencia de diferentes proyectos: Presos con causa. La Vorágine y el Seminario de fuentes orales del ICE de la Universidad de Cantabria, al que se han ido incorporando personas con una formación heterogénea, pero con el interés común de contribuir a la recuperación y divulgación de la memoria colectiva de Cantabria.
El proyecto base es la creación de un archivo digital que se va engrosando con fondos de diferente naturaleza: documentación privada tanto personal como de colectivos, fuentes orales, fotografías, objetos, etc. La colección documental se halla alojada en UCrea, repositorio abierto de la Universidad de Cantabria, fruto de un convenio que recientemente acaba de ser renovado.
La divulgación es otra de las líneas fundamentales del proyecto, con diferentes exposiciones por salas y centros educativos de la región, como la de los Niños de la Guerra o la de los sucesos de Reinosa de 1987, que vino acompañada del documental dirigido por Vicente Vega. Otro elemento reseñable en este tiempo ha sido el trabajo por el reconocimiento público e institucional de la figura de los tres jóvenes asesinados en Almería en mayo de 1981, que cuenta con una escultura conmemorativa en la plaza de las estaciones de Santander realizada por el artista campurriano Nacho Zubelzu y, además, han asesorado a Andrés Barrio y Alicia Céspedes, directores del cortometraje documental premiado en FESCIMED 2023, “Almería 1981”.
En el mismo ámbito divulgativo, este mismo año han alcanzado las cien publicaciones que sobre temas de la historia de Cantabria del siglo XX difunden cada mes, desde diciembre de 2015, y que junto con otros textos se compilan en una revista de periodicidad anual. Charlas, colaboraciones en cursos, congresos y monografías completan esta línea de trabajo.
Por último, al hilo de la controversia política en torno a la memoria democrática mantienen una postura a favor del mantenimiento y desarrollo del actual marco normativo, entendiendo que la Ley debe ser mejorada en aspectos reglamentarios que garanticen su cumplimiento y fomenten los aspectos pedagógicos de la misma, fundamentalmente.

sábado, 7 de septiembre de 2024

Golondrinas







De unos días para acá, todas las mañanas se concentran delante de las ventanas de casa durante un rato cuando el sol está despuntando. Algunas, las más osadas, se sitúan en el alfeizar mirando hacia el interior, pero lo normal es que revoloteen de la ventana a los cables que se alzan al otro lado de la calle, o que vuelen a los prados vecinos en un continuo y alegre baile de alas y levitas.
Sé que no va a durar mucho y que, simplemente, están esperando a que las crías maduren un poco para emprender viaje, pero mientras aparezcan voy de aliciente en aliciente.
Hoy aún estoy aguardando.
  


viernes, 6 de septiembre de 2024

Los libros de Javier


Vale que me diga, achinando los ojos y con ese tono socarrón que practica desde que lo conozco (hace ya mucho de eso), que la suya es una librería de estampitas (que no lo es), pero también afirma que el lugar en el que están esas estampitas es una cueva, una gruta, una sima, una caverna con luz de oxímoron. Tal vez le acepte, si de sinónimos se trata, lo de guarida, cubil, madriguera. O refugio, porque eso tiene pinta de ser. Un lugar para abstraerse veintinueve o treinta días al mes y uno para recibir a los amigos y jugar al escondite inglés. Porque, ya saben, ese único día el que se mueve pierde. O no sale en la foto, que decía aquel. 

jueves, 5 de septiembre de 2024

La colonia


El camino se fue empinando y frenó a Bean Uí Neíll. Los demás la alcanzaron y caminaron a su lado por la hierba, seca y espinosa por el sol y el viento del día, hasta que el rocío la empapara y suavizase. Siguieron hacia los acantilados, hacia el mar batiendo las rocas, con el cuerpo encorvado contra el viento, aunque no soplaba demasiado, porque era su inclinación natural, inherente, incluso en una tarde tan tranquila como para que los mosquitos asomaran de la hierba y les mordiesen las manos, la cara, aunque ellos no se dieron cuenta, iban los cuatro centrados en llegar a los acantilados, en el aire elemental, en el pulso del mar contra la roca.
Bean Uí Neíll inhaló profundamente.
Esto le hace bien a uno, dijo.
Desde luego, respondió Micheál.
Se sentaron y contemplaron el sol, que se iba hundiendo en el mar, un derroche de rosas y rojos.
Esto es mejor que misa, dijo Mairéad.
Qué comentario tan horrible, le reprochó Bean Uí Neíll.
¿De verdad?
De verdad, Mairéad. Horrible.
El ostensorio en el que se coloca la hostia tiene la forma del sol, mamá.
¿Y?
Unos hombres con faldones lo sostienen en alto como si fuera el sol.
Eso es horrible, Mairéad.
Lo adoran. Se supone que debemos adorarlo.
Lo adoro, Mairéad.
Pero lo tenemos aquí mismo, delante de nosotros, mámá.
El sol. Sin un solo cura a la vista.

Audrey Magee.
La colonia.
Narrativa Sextopiso.
Traducción: Inga Pellisa.