Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 21 de septiembre de 2024

Viva Hazaña





Hace muchos años vi una película de la que apenas tengo recuerdo salvo su título, que trataba de una pequeña rebelión de alumnos adolescentes en un colegio de curas. Ahora mismo tampoco tengo memoria del motivo del descontento, pero sí la vaga imagen de que entre aquellos estudiantes que pintaban rudimentarias pancartas con la, para ellos, revolucionaria frase de "Viva Hazaña" (con esa H que revelaba el mismo desconocimiento de la Historia que también tenía yo), había un reflejo de las actitudes, unas timoratas y cobardes y otras atrevidas y audaces hasta la insensatez, que luego vería muchas veces a lo largo de los años y las luchas.
Poco sabían aquellos críos que, si para su total falta de discernimiento, aquel Azaña era solo un nombre de guerra, para sus oponentes, religiosos y maestros del régimen, era un fantasma del pasado que seguía teniendo la capacidad de ponerlos sumamente nerviosos. No fuera a ser que aquella algarada anticipara otras revueltas que trajeran nuevas repúblicas.
Manuel Azaña, último presidente de la II República Española, murió en el exilio en Montauban, acosado por los agentes del franquismo y por la ocupación nazi de Francia. Y allí está enterrado, en una tumba sencilla de un cementerio desastrado.
Pocas personas desataron tanta inquina y tanto odio entre los fascistas que luego dominaron España. 
Gloria a (H)Azaña por eso también.

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