Lo decía Sir John Falstaff en "Campanadas a medianoche", encarnado en la figura oronda de Orson Welles: "Señor, señor, las cosas que hemos visto". Y ciertamente, al igual que el personaje de Shakespeare, hemos visto prodigios y espectáculos sin tacha y sin mengua. Los más hermosos, los más sencillos. Los que están al alcance de los ojos a poco que madrugue la alondra o que trasnoche más de la cuenta el búho. Quizá en ese intervalo en el que ambas aves coinciden.
¿O tal vez Falstaff, ese viejo truhán, se acordaba de otras maravillas?

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