Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 4 de mayo de 2014

En la Collada

Subimos a la Collada poco antes de atardecer y asistimos a un espectáculo de luz y sonido incomparable. La luz, menguante pero nítida. Los sonidos se matizan con la brisa una vez que recuperamos el resuello. Por un momento nos sentimos parte de un paisaje hermoso que quisiéramos nuestro.
Quizá sea una burbuja, pero nada hay más dulce que el tiempo efímero en el que la tímida felicidad nos convoca.

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