Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 16 de septiembre de 2020

La Burla Negra


Que una ciudad cuente con una calle, aunque sea un pequeño callejón, dedicado al más insigne de sus piratas, en tiempos en los que parece imposible descabalgar a tanto militar fascista del callejero nacional, no deja de hacer que una pequeña sonrisa (con colmillo retorcido) aflore en los labios del que esto escribe.
En Pontevedra me encontré con esta rúa a nombre de Benito Soto Aboal, pirata gallego que a principios del siglo XIX se amotinó a bordo del bergantín brasileño bautizado con el nombre de "O Defensor de Pedro" y rebautizado, tras enarbolar la bandera pirata, como "La Burla Negra". En ese bergantín comenzó sus tropelías abordando a la fragata inglesa "Morning Star" (Estrella Matutina) y asesinando a la mayor parte de su tripulación. Y así, de abordaje en abordaje y de asesinato en asesinato, Benito Soto y La Burla Negra fueron haciéndose con una reputación sumamente merecida, que acabó en 1830, en Gibraltar, con la ejecución por ahorcamiento del gallego a la escasa edad de 24 años.
Hay varias novelas y relatos que cuentan esta historia. Yo leí hace años la novela de José María Castroviejo, amigo de Cunqueiro, titulada "La Burla Negra" y cacharreando en Internet he sabido que es probable que Espronceda se basara en la figura de Benito Soto para su famosa "Canción del Pirata". Ya saben, "veinte presas hemos hecho a despecho del inglés..." 
Que el alma de Soto lleve buenos vientos y mejor singladura que su cuerpo mortal.

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