Acostumbro a pasear con mi perro todos los días entre una hora y hora y media al menos. Él va leyendo las noticias que salen a su encuentro con el olfato y yo, provisto de prismáticos y cámara de fotos, intento descubrir a las aves que vuelan a mi alrededor.
La de hoy no era una mañana de demasiados pájaros. Alguna torcaz, algún verderón y muchas cornejas. Lo que sí había, sembrado a lo largo del camino, eran mascarillas de diversos tipos y calidades. Y eso sin afanarme en buscar demasiado.
El desmán de una especie que cree que todo está a su servicio.
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