Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 13 de abril de 2021

El árbol

Ando algo entristecido desde hace unas cuantas fechas.
Como dice un amigo, todo lo que nos es arrebatado es como un pellizco a nuestro pasado, a nuestra memoria, a ese jergón que nos permite descanso  de vez en cuando en este pasar del día a día. Si las penas fueran una tintura que introducimos en la felicidad del agua y que todo lo invade, éste sería un buen ejemplo de cómo me voy sintiendo de un tiempo para acá. Como una amargura que no aniquila, pero agarrota. Como esas gotas de lluvia parsimoniosas y espesas que poco a poco manchan el empedrado.
Ya comprendo que luego el calor del sol las transforma en humo de la misma lenta manera. Y entonces volvemos a empezar.
Pero no sé si será por los muertos que me llegan en oleadas de malas noticias, que vengo acordándome de los que me faltan y también, por qué no decirlo, de los que seremos.
No sé si será por las cosas del alma que se rompen y las que se vacían y las esperanzas, vanas, que huyen como espíritus por el bosque y por la noche.
Pero tampoco sé si será por ese viento que nos arrasa o por esos pájaros que desafían la tormenta.
O tal vez, por la tierra y el árbol que la sostiene.
Que volvemos a empezar. Y persistimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario