Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 8 de abril de 2021

Vida Nómada


Ayer fui al cine. Y lo remarco así porque en los tiempos que corren es algo extraordinario. Tan extraordinario como fuera de lo común es "Nomadland", la película que fui a ver.
Vivimos en épocas pandémicas que invitan muy poco al nomadeo  y demasiado al recogimiento, salvo, claro está, que la coyuntura personal no deje más remedio o que uno sienta deseos irreprimibles de abandonar comodidades y estancamientos.
En realidad poco sé de existencias nómadas. Lo más cercano es el periodo de la vida que mis padres me contaban cuando andábamos por la España rural de principios de los años sesenta, de pueblo en pueblo y de patrona en patrona, en las brigadas que colocaban los postes y el cableado que permitiría a la Compañía Telefónica comunicar el territorio hispánico en el incipiente desarrollismo de la década. Pero aquello tenía fecha de caducidad y duró aproximadamente uno o dos años, aunque luego durante las conversaciones de mi infancia se convirtiera ese periodo en territorio mítico.
Así que mis referentes han de ser por fuerza literarios. Mientras veía la película recordaba "Las uvas de la ira" de Steinbeck y todas sus víctimas de la crisis económica de 1929 y también el camino de Kerouac, o las imágenes de los vagabundos que sobrevivían clandestinamente en los destartalados vagones ferroviarios de la Norteamérica profunda.
Del mismo modo, los protagonistas de Nomadland son los inmolados en la hoguera de otra crisis, la de 2008, gente al final de su vida que ha perdido casi todo menos la voluntad de ser dignos y que se comen la amargura con tanta voracidad como trasiegan kilómetros en sus viejas furgonetas.
Aves de paso. Lo que en realidad, queramos o no queramos, somos todos.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario