El problema es que antes nadie escuchaba sus majaderías. Se restringían a sus mínimos círculos y en ellos vomitaban y se refocilaban como cerdos en cochiqueras. Y sin embargo ahora hay una suerte de magia interesada que compra y vende escándalos y que les ha colocado en nuestras vidas, como si estuvieran en una especie de faro ignoto con un altavoz entre las manos.
Desde ahí los patronos dan rienda suelta a sus chacales y nos señalan con qué les interesa que nos indignemos para que pasemos por alto la realidad con la que en verdad tenemos que indignarnos.
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