Si algo nos reconcilia con la vida en tiempos de infortunio, eso son los reencuentros. Volver a vernos. Llorarnos las penas, lamernos las heridas, amortiguar las ausencias con palabras y recuerdos. Y sobre todo, sobre todo, contarnos las presencias. Nos miramos con mirada de terciopelo, dulcemente, y si peta, aun magullados y con quebrantos, nos decimos "aquí estamos, esto somos y resistimos".
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