Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 25 de septiembre de 2023

Ovejas y cabras


Si El Quijote consiguió sanarlo y arrancarlo del sucio catre en el que se había encamado, El Capital fue para Mateo como una pedrada, como caerse de una alta higuera en la que se han estado cogiendo brevas, como ser derribado del caballo en el camino hacia Damasco por una luz cegadora. Sin sentir dolor, Mateo recibió un golpe en la cabeza que sacudió y puso del revés todo lo que sabía de la vida y de los hombres, ya ya no volvió a ser el mismo. Y aunque todo aquello que leía en Marx sobre el origen de las clases y el capital, y sobre la acumulación ilimitada de la riqueza, y sobre las paupérrimas condiciones de  las clases trabajadoras, y sobre la servidumbre al capital del estado y las leyes era a menudo retorcidamente abstracto y en buena medida se refería  a las clases trabajadoras de Inglaterra o Irlanda, Mateo comprendió muchas de las injusticias y dramas que a veces sacudían la tranquila vida de Abra. Por ejemplo, por qué la hija de Paco López, su vecino, había sido enterrada con cuatro años sin que pudieran pagar un médico; o por qué el precio del pan subía en Abra hasta hacerlo impagable para los mismo jornaleros que habían sembrado y segado las espigas; o por qué los alumnos de Lázaro abandonaban la escuela sin apenas saber leer y escribir; o por qué don José Escobar, sin trabajar, viviendo  en Córdoba de las rentas, cada vez tenía más dinero y más propiedades en los ruedos de Abra, que compraba a los pequeños labradores que apenas podían mantenerse.

Cervantes para Cabras, Marx para Ovejas.
Pablo Santiago Chiquero.
Maclein y Parker.

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