Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 7 de septiembre de 2023

La desesperanza

"Lo más odioso era el optimismo"

A cuatro días del cincuentenario del golpe de estado de Pinochet en Chile finalizo este libro que conocí a través del titulado "Un libro de libros", escrito por Isabel Tejerina (nunca es tarde para seguir aprendiendo de los profes que uno ha tenido).
Lo que se cuenta comienza el día anterior al entierro de Matilde Urrutia, "La Chascona", última esposa de Pablo Neruda, en un Chile aún amordazado por la dictadura, con el regreso para el evento de un cantautor en horas bajas y su toma de conciencia real.
Inevitablemente, aunque salvando muchísimas distancias, el libro establece, al menos para mí, un paralelismo con "La gallina ciega" de Max Aub y su compartida desesperanza.
Como se dice aquí por boca de uno de sus personajes "lo más odioso era el optimismo". 



En las esquinas, la muchedumbre que compraba flores daba un rodeo ante algún policía de metralleta en mano que dividían la corriente en dos brazos que luego confluían. ¡Pam, pam, pam, disparaba desde el escenario su guitarra-metralleta-sexo! Pero sus disparos jamás mataron a nadie salvo a las incautas palomas que volaban demasiado bajo... hasta que él y las palomas dejaron de creer en la efectividad de sus proyectiles. Las metralletas de hoy, en cambio, las de aquí, eran de veras, mataban sin tener que justificar ni una sola bala. ¿Iban a atacar hoy, con o sin motivo, se preguntó Mañungo con el corazón detenido por el horror, preguntándose si ese pensamiento se alojaba también en la cabeza de las miles de personas que acudían a enterrar a la Matilde? (...) Cerca del ingreso al cementerio Lopito comenzó a reconocer a algunos amigos: poetas de bar, habitantes de la noche que aparecían para este acontecimiento, musas de barrio, borrachitos, estudiantes eternos, militantes de partidos políticos efímeros a los que él fugazmente se había adherido, uno que otro muchacho de camiseta roja o por lo menos llevando un emblema de ese color aunque no fuera más que un clavel. Lopito iba opinando a gritos que lo más odioso de todo esto era el optimismo -"Mira que llevar flores coloradas, pues, Mañungo, dónde se habrá visto, ¡sólo les falta ponerse a cantar Clavelitos"- con el fin de convencer a quién sabe quién de que todo iba a salir "del uno", y a cada revés del régimen repetían: "¿Ven? Esto se acaba", y no se acababa absolutamente nada aunque estadios enteros gritaran Y va a caer durante los partidos de fútbol, y cada horror y cada escándalo se iba sepultando en el olvido para que todo siguiera igual, enquistado, monolítico pese a las fisuras que desembocaban en el monótono cambiar de un personaje por otro exactamente equivalente. Estábamos todos con el dedo índice corto, decía Lopito, como los republicanos españoles que golpeándolo contra la mesa repitieron durante cuarenta años de exilio: Este año cae Franco..., este año cae Franco..., y el desgaste de ese inútil énfasis les fue acortando el índice de tanto golpear, y Franco no cayó y se quedaron los pobres rojillos con las esperanzas pudriéndoseles adentro mientras sus prohombres morían y mutaban las pasiones y las ideas se avejentaban..., idéntico  a lo que les estaba pasando a los chilenos empecinados en no perder la esperanza, que era lo único que era necesario perder para comenzar otra vez desde cero, y asumir la desesperanza ahora manifestada en esporádicos brotes de violencia sin sentido a que la intolerable represión del régimen los empujaba.   

La desesperanza.
José Donoso.
Seix Barral-Biblioteca Breve.

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