Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 1 de septiembre de 2023

Una excavadora en la azotea


En los márgenes de las autovías que cruzan El Cairo se elevan bloques de pisos que muestran, impúdicos, sus interiores. Recuadros de colores que, antes de que una espada gigante los tajara de arriba a abajo como si de pasteles se trataran, fueron estancias en las que aún podría parecer que aletean en el aire, etéreos como mariposas, sus antiguos habitantes. Son imaginaciones del viajero que aún no sabe la razón para que esos edificios enseñen sus tripas al paso y a las prisas de tantos vehículos como transitan por sus venas de asfalto. No quiere pensar el forastero que la construcción de esas autopistas, y por dejar espacio al avance de siempre discutible progreso, haya necesitado como decisión abrupta una amputación de tal ferocidad.
En la azotea de una de esas construcciones de diez o doce plantas, el viajero  observa con sorpresa desmedida que alguien ha aparcado hace mucho tiempo una excavadora en desuso en lo que se le antoja un irónico y atrabiliario mausoleo dedicado a la prosperidad de los escombros. Algo, no obstante, tan fuera de lugar, tan prodigioso como una pirámide ciclópea anunciando el desierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario